Henos aquí, dando voz otra vez al villano. La trama es simple. Un poderoso político mexicano, tocado por la sospecha de maquinar elefantiásicos casos de corrupción, se habría servido de todas las suciedades extralegales para darle un escarmiento inolvidable a su ex esposa, para colmo francesa. En esa línea argumental, Arturo Montiel no solo le … Continued
Henos aquí, dando voz otra vez al villano. La trama es simple. Un poderoso político mexicano, tocado por la sospecha de maquinar elefantiásicos casos de corrupción, se habría servido de todas las suciedades extralegales para darle un escarmiento inolvidable a su ex esposa, para colmo francesa.
En esa línea argumental, Arturo Montiel no solo le quitó desde hace tres años a Maude Versini a los tres hijos que tuvieron en matrimonio, sino que ha hecho imposible que los vuelva a ver. Vencida por la repugnante justicia mexicana, ella se va a Francia a preparar el contraataque.
Versini arremetió ayer desde Washington, donde promueve un recurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y dio a conocer que la justicia internacional ya convirtió a Montiel en prófugo.
Carezco de elementos para negarle razón a la señora Versini, pero ayer también, por primera vez, escuchamos a Montiel. Nos dijo por la mañana:
—Que quede muy claro, yo no me opongo a que ella vea a sus hijos. Son las autoridades mexicanas las que disponen el régimen de convivencia. Y cuando ella se presentó a declarar, manifestó a la juez que tanto ella como su esposo hacían actos de violencia contra mis hijos. Está videograbado. Por esa razón, me otorgaron que no tenía que restituirle a los niños.
Sé que concederle un mínimo de credibilidad a Montiel es quedar condenado por La dictadura perfecta y la santurronería política. Pero, y no recuerdo quién lo decía, con frecuencia es demasiado sencilla la verdad para que sea creída.
Como sea, el juez ya informó que todo se resolverá en un par de meses.