Incluso antes del arranque formal de la contienda presidencial, el debate político quedó desplazado por una discusión sobre la ética de los poderosos
Claudia Sheinbaum logró la hazaña. De Morena será la primera presidenta en la historia de México y el efecto AMLO dejará a esa formación partidista —con apenas una década de historia— con 24 gubernaturas y el control absoluto de los aparatos legislativos.
Poco más de 59.3 millones de ciudadanos cumplieron con la cita electoral, pero la afluencia a las urnas fue menor que en los comicios del 2018. Aun si se hubiera cumplido con el pronóstico de Xóchitl Gálvez —una participación del 62%—, el resultado habría sido el mismo… o incluso peor para su causa: la abanderada presidencial del oficialismo obtuvo el doble de votos que su principal adversaria.
Los augurios de un conflicto postelectoral estaban basados en un escenario de competencia cerrada.
Niveles de participación diferenciada. Las clases medias votaron masivamente. Y el resultado es muy favorable a Morena. Lo que vimos en el 21 no se repitió. La oposición no logró captar nuevamente ese voto…
Las largas filas en las casillas de la CDMX, Yucatán y Jalisco alimentaron la esperanza en un milagro. ¿El voto bronca, un espejismo? Gobernadores mal evaluados —Veracruz y Morelos— no fueron castigados en las urnas. Ambas entidades serán gobernadas por mujeres.
Incluso antes del arranque formal de la contienda presidencial, el debate político quedó desplazado por una discusión sobre la ética de los poderosos.
En las urnas quedó definido el rumbo del país y también, la suerte de los partidos tradicionales. El 2 de junio concluyó la era de la alternancia. Incluso a esta hora, aquellos que no vieron ni escucharon el clamor de la desigualdad siguen estupefactos, sin entender el mensaje de las urnas: que los políticos del privilegio sean relegados.
Un tercio de los electores nacieron antes de 1977, conocieron la dictadura perfecta y el sistema de partido hegemónico. Otro tercio engloba a las generaciones nacidas 1978 y 1994. Y el último tercio, nacido entre 1995 y el 2006, pudo cambiar el curso de la historia. Pero no atendió las razones de Xóchitl Gálvez. Y ella no supo conectar con ellos.
Paradojas de la alianza antiAMLO: ¿cómo edificar una esperanza con un discurso negativo? Esa postura destructiva ni siquiera fue útil y terminó haciendo daño a la partidocracia que avaló su candidatura.
Ni la inseguridad ni la corrupción fueron los drivers de esta elección. Los candidatos redujeron el debate a las descalificaciones personales y morales y traspasaron las líneas de la privacidad.
La lucha política se convirtió en un intercambio de insultos. Las elecciones se ganan con imágenes, sentimientos, actitudes. Los programas y las propuestas no interesan a los votantes, pero son indispensables para hacer política en serio.
Adiós al paradigma del sistema de partidos nacido hace tres décadas. La generación de la alternancia no entendió estos nuevos tiempos, de fanatismo y polarización, donde se ha puesto de moda el rechazo al diálogo, y la desvalorización de la negociación.
Peo el paradigma de la nueva política está en duda. Los candidatos emecistas mostraron la utilidad de las comunicaciones modernas para ganar adeptos. Conseguir likes y emojis, empero, no alcanza para ganar elecciones; menos, cuando los candidatos buscan votos en las estaciones del SCT Metro y cuando terminan suben a su camioneta blindada, manejada por sus guaruras.