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Conforme el epicentro de la pandemia ha migrado de Asia a Europa y ahora a Norteamérica y ante la realidad de una profunda e inmediata recesión, las autoridades financieras europeas y de Estados Unidos han comenzado a implementar medidas decisivas para estimular la economía.

Dichas medidas se dan en dos vertientes principales: de política monetaria y de política fiscal. En el caso de la política monetaria hay dos objetivos fundamentales. El primero, es que los mercados financieros funcionen de manera adecuada, eficiente y sin disrupciones mayúsculas. El segundo, es que el sistema financiero cuente con la liquidez suficiente para que tanto empresas como personas sigan teniendo acceso al crédito.

Los bancos centrales tienen diferentes herramientas para alcanzar estos objetivos. La primera herramienta son las tasas de interés de referencia, que en el caso de la Fed se han disminuido a cero. La segunda herramienta es lo que se conoce como el forward guidance que es simplemente el manejo de expectativas sobre el rumbo de las tasas de interés en el futuro.

En este sentido, la Fed ya ha indicado que las tasas de interés se mantendrán en cero por un largo período de tiempo. La tercera herramienta son las inyecciones de liquidez mediante estímulos cuantitativos, lo que en términos llanos implica la impresión de dinero para comprar activos financieros en los mercados principalmente bonos del tesoro y bonos respaldados por hipotecas, pero que puede ser ampliada para incluir otro tipo de instrumentos.

En este sentido, la Fed inicialmente anunció la inyección inmediata de hasta $700,000 millones de dólares en bonos del tesoro y bonos hipotecarios. Reconociendo que dicha medida se quedó corta, el día de ayer la Fed anunció que el programa se ampliaba de manera ilimitada y que además podría comprar fondos indizados de bonos corporativos.

Asimismo, la Fed ha implementado medidas específicas para dar liquidez al mercado de papel comercial, a las instituciones financieras, y, en un paso sin precedentes, a las PyMEs.

Aunque los estímulos monetarios son necesarios, no serán suficientes si no se implementan medidas de estímulo fiscal de manera paralela y coordinada. A diferencia de los estímulos monetarios donde existe un plan de implementación ágil gracias a la crisis del 2008-09, los estímulos fiscales enfrentan un proceso de aprobación e implementación más lento y politizado.

El gobierno de EU está planteando un paquete de estímulos fiscales entre $1.3 billones y $2 billones de dólares (equivalente a entre 5 y 8% del PIB).

Al momento de cerrar esta edición, el paquete aún no había sido aprobado por el Senado estadounidense.

La respuesta fiscal debe estar enfocada en dar apoyos específicos para hacer llegar recursos a las empresas y personas más afectadas por la pandemia con el objetivo de mantener la salud general de la economía.

Un ejemplo serían los apoyos al sector hotelero, restaurantero, las aerolíneas, entre otros, y sus empleados.

En este sentido, es muy probable que el plan de estímulos incluya tanto medidas para dar liquidez a grandes empresas, apoyos financieros directos y descuentos fiscales a las PyMEs, así como apoyos directos a las familias como entrega de efectivo para cubrir necesidades básicas.

El objetivo de estas políticas contracíclicas es amortiguar el daño por la parálisis económica para que éste sea temporal y no deje secuelas de mediano y largo plazo.