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En Estados Unidos están a la espera del PIB al segundo trimestre.

Una de las preocupaciones que dejaron ver los integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México en su pasada reunión es la velocidad con la que la Reserva Federal (Fed) habrá de normalizar su política monetaria.

Los mercados quisieran ver un proceso lento y ordenado del retiro de los estímulos extraordinarios, tal como ha sucedido hasta hoy. Y después, seguro desearían una pausa sin cambios que diera paso a un primer incremento en las tasas de interés, ya bien entrado el 2015.

Pero el escenario ideal del regreso a la convencionalidad del banco central estadounidense puede toparse de frente con la realidad de una recuperación económica y laboral más acelerada. O bien, con un repentino aumento en las presiones inflacionarias que obliguen a los halcones a revivir de su estado inerte actual.

Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal (Fed), deja ver muy poco del camino que podrían seguir desde esta instancia. Quizá aprendió de la novatada de los primeros meses de su gestión, cuando se enredó con sus palabras y alteró a los mercados.

Ahora la presidenta de la Fed se ha vuelto tan cuidadosa que, más que aburridos, sus discursos son inútiles en la necesaria búsqueda de señales del pensamiento de la autoridad monetaria.

Entre los datos disponibles para la especulación, hay dos que son básicos. Uno, la inflación anualizada al menudeo en Estados Unidos, que en su medición general está en 2.1 por ciento.

Y si bien este dato está ligeramente arriba de la meta de la Fed, es un aumento producto del alza en las gasolinas. Porque en la medición que no toma en cuenta los productos volátiles, como energéticos o agropecuarios, la inflación de junio estuvo por debajo de las expectativas.

Así que la inflación da un margen de maniobra al banco central, aunque es bien sabido que las presiones en los precios no tienen palabra.

Otro dato muy importante en la toma de decisiones de la Fed es la tasa de desocupación. Se ha acelerado la creación de empleos, aunque todavía en un monto insuficiente para paliar los efectos de la gran recesión.

Y ésta, que es una buena noticia para la economía, es un foco de alerta más para los mercados y sus temores del final de la fiesta del dinero regalado.

Esta semana llegará otro indicador que puede mover los mercados hacia los terrenos de la angustia, cuando se conozca el primer adelanto del Producto Interno Bruto al cierre del segundo trimestre del año.

Si la economía del norte se apunta algo cercana o superior a 3% confirmará que un invierno no hace recesión y que está en franco despegue, activando las alertas monetarias.

Y más cuando esta misma semana habrá reunión del Comité de Mercado Abierto de la propia Fed, así que los datos caerán frescos en el ánimo de los tomadores de decisiones, que podrían salir de su cónclave con mensajes más precisos sobre la temida fecha de reinicio de los aumentos en las tasas de interés.