Elecciones 2024
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Y ahí van, con su habitual coreografía.
Florestán

El 12 de diciembre de 2011, en medio de un bloqueo de normalistas y maestros, en la Autopista del Sol, dos jóvenes identificados como estudiantes de Ayotzinapa prendieron fuego a la bomba de una gasolinera, en medio de los disturbios en los que policías de Guerrero mataron a dos estudiantes.

Aquellos dos jóvenes lanzaron bombas molotov a una de las expendedoras de combustible que estalló en llamas, para impedir que la policía los desalojara.

El fuego en la bomba provocó que todos corrieran, estudiantes, policías y personal de la gasolinera, todos menos uno: el ingeniero en sistemas computacionales, nacido en Veracruz pero radicado en Guerrero los últimos 20 años, quien cerró las válvulas y con un extinguidor intentó apagar las llamas para que el incendio no se extendiera y evitar la explosión.

En su decisión de apagar el fuego con el extinguidor, con la excitación y, sin duda, el temor, no se percató, ¡quién lo hubiera podido hacer!, que sobre la bomba había una garrafa de plástico llena de gasolina que con las llamas, se derritió y explotó, y él quedó bañado en gasolina ardiendo.

Unos pocos se acercaron a apagar el fuego que lo envolvía y lo llevaron a un hospital donde diagnosticaron su gravedad: en 40 por ciento del cuerpo tenía quemaduras de tercer grado y las demás eran de segundo. Su estado era crítico.

Ante la gravedad, lo trasladaron al hospital del IMSS en Lomas Verdes, en el Estado de México donde la madrugada del año nuevo 2012 falleció.

El gobierno de Guerrero emitió un comunicado y adiós.

Hoy que han pasado casi cuatro años de este acto heroico de un mexicano excepcional, que ha quedado en el olvido, es tiempo de sacarlo de esa indiferencia y reconocerlo, post mórtem, claro, con la medalla Belisario Domínguez como un mexicano extraordinario.

La decisión está en la bancada del PAN en el Senado.

Pero no creo que lo tomen en cuenta.

No les rinde en tiempos electorales, lo que es una ruindad que los alcanza.

Retales

1. Otra. Hablando de ruindades, hay que apuntar la de la bancada de Morena, que se negó a guardar un minuto de silencio por los soldados muertos en una emboscada del crimen organizado la madrugada del viernes en Culiacán. Hay cosas que el Ejército no olvida. Y tampoco entiendo el silencio de Andrés Manuel, que aspira a ser su comandante supremo;

2. Arribo. No sé por qué el miércoles, cuando era un hecho, aún se dudaba del arribo de René Juárez Cisneros a la subsecretaría de Gobernación, posición que dejó vacante Luis Miranda al ser nombrado titular de Sedesol. Ayer Miguel Osorio le dio posesión del cargo; y

3. Cangrejazo. Gustavo Madero no fue líder de la bancada del PAN en la Cámara de Diputados, tampoco presidente de su Mesa Directiva y, ya menos, candidato presidencial de su partido. Y se fue a Chihuahua como jefe del gabinete del gobierno estatal.

Nos vemos el martes, pero en privado

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