Las dificultades internas y externas que se aprecian para la segunda mitad del año anticipan momentos complejos para la economía y las finanzas nacionales
Los dólares que entraban a los mercados financieros mexicanos buscaban primero los altos rendimientos de las tasas de interés, pero después empezaron las apuestas a que habría más premios en lo que hoy vemos, una depreciación acelerada del tipo de cambio.
La combinación era imbatible, un mercado emergente con la moneda más líquida y popular de su tipo en el mundo, con el refuerzo de un país con grado de inversión en combinación con una de las tasas de interés más altas en un mercado seguro.
No sonaba descabellado vender dólares para comprar pesos y obtener un mejor premio con la deuda gubernamental que, además, permite salir rápido y sin contratiempos.
Esa relación fortaleció a otro mercado, el de los futuros cambiarios, donde se encuentran ganancias en la predicción de apreciaciones o depreciaciones importantes. Ese mercado tomó las riendas de la relación peso-dólar.
El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere hacer del tipo de cambio un referente de un supuesto éxito sexenal que simplemente no se ve por ningún lado.
De hecho, fue tan predecible el actual Presidente que él mismo permitió que las apuestas cambiarias fueran más fáciles.
Finanzas públicas sanas hasta que llegara el año electoral en el que sí se abusaría del gasto público y la deuda, para entonces echar toda la carne al asador del buscado resultado electoral.
La apuesta apuntaba a un 2025 más complejo donde ya se buscaría la puerta de salida de los mercados mexicanos, pero llegó la sorpresa.
El México hipnotizado dio la mayoría calificada al régimen y esa fue la señal de alerta anticipada para buscar la puerta de salida.
Es cierto que hay inversiones extranjeras directas que apuntalan al peso, además de la economía y los empleos. También otros ingresos de divisas, como las remesas, cuentan en la relación cambiaria.
Pero los resultados electorales legislativos y el uso que dará López Obrador a esa mayoría calificada dejaron al descubierto todo lo que estaba debajo de la alfombra.
Por ejemplo, que este sexenio que está por terminar se ha caracterizado por una salida masiva de capitales financieros de los valores gubernamentales.
Tan solo en lo que va de este 2024, se registra la salida de más de 12,000 millones de pesos de capitales extranjeros invertidos en papeles del gobierno. Y en lo que va de este sexenio hay el reporte del vuelo de casi 500,000 millones de pesos de esos capitales externos en bonos del gobierno.
No hay razones para que cambie la apuesta en contra del peso frente al dólar, la señal es de salida. Las expectativas de mantener la fiesta en paz con la siguiente administración se perdieron y seguramente seguirá la depreciación de peso frente al dólar.
Esto tiene consecuencias en la vida diaria, más inflación y menos crecimiento, aunque no compremos y vendamos dólares.
Es falso que hay un complot universal para afectar a López Obrador con el mercado cambiario, lo que hay es reconsiderar las inversiones en México por sus coléricos planes legislativos.
Las dificultades internas y externas que se aprecian para la segunda mitad del año anticipan momentos complejos para la economía y las finanzas nacionales.