El tipo de cambio pasó en dos días de 19.25 a prácticamente 20 pesos por dólar como consecuencia de las amenazas de Donald Trump
Tenía que llegar el día y llegó. A 20 días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos finalmente empiezan a hacer estragos financieros las palabras agresivas de Donald Trump en contra de los intereses comerciales de México.
Durante meses el candidato republicano se ha dedicado a denostar a nuestro país en múltiples temas, seguridad, migración, temas raciales y comerciales. Pero ahora que las apuestas lo tienen con ventaja frente a la demócrata Kamala Harris, sus dichos empiezan a herir los intereses mexicanos.
Los mercados del mundo se ponen nerviosos a la par que algunas de las más famosas casas de apuesta empiezan a inclinarse irremediablemente hacia el triunfo del republicano sobre la demócrata.
Porque mientras las encuestas los empatan en aquellos estados llamados columpio, los apostadores parecen ya tener a un favorito.
El punto es que Donald Trump no tiene ningún filtro para argumentar con mentiras sus arrebatos de campaña, como aquella de imponer aranceles de 100, 200 o 300% a los autos hechos en México. Su razonamiento falso es que hay fábricas chinas establecidas, o en proceso de instalación, en México que inundan el mercado estadounidense con automóviles eléctricos.
Obviamente cuando ve que ese argumento le funciona con determinada clientela política, no hay barrera moral o legal que le impida repetir la dosis de desprecio a este importante socio comercial, sin que le importen las consecuencias.
El tipo de cambio pasó en dos días de 19.25 a prácticamente 20 pesos por dólar como consecuencia de las amenazas de Donald Trump.
Ahora, no toda la debilidad cambiaria y los temores en torno al futuro de México son culpa de Donald Trump. México colabora con su propia dosis de incertidumbre en estos momentos en los que deberíamos tener la estrategia contraria.
Porque a la par que el republicano despotrica en contra de México, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó drásticamente las expectativas de crecimiento de la economía mexicana.
De 2.2% de expansión del Producto Interno Bruto esperado para este año apenas en julio pasado a 1.5 por ciento. Y para el 2025 nada más allá de 1.3%, cuando las expectativas al inicio de este año era un crecimiento de hasta 2.7 por ciento.
Pero no sólo eso, el FMI también apunta lo que en México sabemos muy bien, pero que en voz de este organismo internacional se escucha fuerte y en todos lados, que la reforma al Poder Judicial genera incertidumbre para las inversiones.
De paso, esta institución global hace hincapié en algo que hoy es discusión sólo entre expertos y analistas, pero que a la vuelta de algunos trimestres se hará urgente: llevar a cabo una reforma fiscal para cubrir los boquetes en las finanzas públicas.
El punto es que la segunda quincena de octubre marcó el banderazo de salida para las presiones en los mercados financieros en la antesala de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Las estridencias de quien tiene altas probabilidades de regresar a La Casa Blanca, combinados con las barbaridades legislativas del régimen en México y un ambiente geopolítico cada vez con más frentes abiertos, van a hacer de esta parte del trimestre algo complicado.