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Es muy difícil creer que Donald Trump pueda tener un interés común con los países emergentes, pero tal parece que por ahora eso es lo que estaría ocurriendo.

Lo que más le conviene a la estabilidad de un mercado financiero como el mexicano y a la dinámica de crecimiento de la economía estadounidense es que la Reserva Federal (Fed) se relajara un poco con su discurso restrictivo y no elevara de forma acelerada las tasas de interés.

Son objetivos diferentes, pero al final ni al peso mexicano ni al presidente de Estados Unidos les conviene que la Fed suba tanto sus tasas de interés.

El resto de la semana, el tema monetario regresará a la atención de los mercados, porque habrá noticias importantes.

Hoy, las minutas de la pasada reunión de decisión de política monetaria del Comité de Mercado Abierto de la Fed. Pero a partir del viernes los banqueros centrales de viva voz.

Es una tradición que por estas fechas se lleve a cabo una reunión de banqueros centrales en un destino turístico de Wyoming, en Estados Unidos, donde se delinean las visiones de banqueros y economistas sobre la condición económica en general y monetaria en particular hacia la parte final del año.

La reunión de Jackson Hole de este año tendrá ese énfasis especial en las políticas monetarias de Estados Unidos, la Unión Europea y el resto del mundo. Pero en esta ocasión otros factores, como la guerra comercial iniciada por el gobierno republicano de Donald Trump o la dinámica del comercio digital, tendrán especial interés entre los asistentes.

Uno de los momentos cruciales para los mercados será el discurso del presidente de la Fed, Jerome Powell. Cada año hay alguna preocupación específica respecto a ese panorama que trace el titular del banco central más poderoso del mundo.

Este año, el contexto es la velocidad de aumento del costo del dinero y de paso el programa de rebalanceo de bonos de la propia Fed, frente a los focos amarillos que se han encendido en los mercados emergentes.

Turquía recientemente desató el pánico global en los mercados, no tanto por la eventual crisis de esta nación bisagra entre Asia y Europa, sino porque son muchos los capitales que están a un botón de distancia de volar hacia los bonos del Tesoro de Estados Unidos que hoy ofrecen rendimientos altos a un riesgo mucho menor.

Si suben más las tasas de interés en Estados Unidos y el discurso del propio presidente de la Fed es de ser unos halcones intolerantes con la inflación local, pueden provocar una desbandada en los mercados emergentes que generen algo cercano a una crisis en ese mundo emergente que se muestra inestable.

Ahí es donde se cruzan las visiones de Donald Trump y los emergentes.

Con ese poco tacto que le caracteriza, el presidente de Estados Unidos se ha quejado públicamente de Jerome Powell y su aparente preferencia a una reacción rápida con el costo del dinero ante cualquier indicio de presiones inflacionarias.

Trump quiere tasas de interés bajas para no arruinar el crecimiento económico y se cree con poder de tirar línea a Jerome Powell. Esto pone en un predicamento al presidente de la Fed que, si mantiene un discurso más hawkish, podría afectar la economía global, pero si se relaja parecería obediente ante el presidente Trump.

En los mercados, quieren estabilidad de tasas en Estados Unidos para evitar sobresaltos en los mercados y Donald Trump está pensando en Donald Trump. Pero al final quieren lo mismo.