Elecciones 2024
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El tiempo, testimonios y evidencias, desenmascaran día a día la obsesión del ex presidente Donald Trump, quien bajo el argumento de “estar por encima de la ley”, pisoteó la Constitución y las leyes, abusó de su poder, ordenó la destrucción de registros y evidencias de la Casa Blanca, logró debilitar la confianza en el proceso electoral.

Por primera vez Trump reconoció públicamente el fracaso de su campaña, abierta y encubierta, para obligar a que se borrara el voto popular bajo la mentira de “fraude generalizado” intentando cambiar el voto electoral de seis estados en los que perdió, a fin de impedir que el Congreso certificara el triunfo del actual presidente Joe Biden, el 6 de enero de 2021, cuando frustrado y desesperado incitó a la violencia a sus seguidores.

“Mike Pence pudo revertir el resultado de la elección que perdió y no lo hizo”, dijo Trump, “desafortunadamente Pence no ejercitó ese poder, que pudo haber revertido el resultado de la elección”.

“Si Mike Pence no tenía derecho a cambiar el resultado de la elección presidencial en el Senado a pesar de fraude y muchas otras irregularidades, como es que ahora los demócratas y ‘RINOS’ tratan desesperadamente de aprobar una ley para que el vicepresidente no cambie los resultados de la elección”, cuestiona Trump.

De inmediato, el ex vicepresidente Mike Pence, refutó los ataques y sugerencias de Trump.

“El ex presidente Trump está equivocado, yo no tenía la autoridad para cambiar el resultado de la elección, dijo Pence, en un mensaje a la Sociedad Federalista en Florida, tras calificar el 6 de enero como “el día más negro en la historia del Capitolio”.

Trump también se quitó la careta y defendió apasionadamente a los supremacistas blancos que planearon, coordinaron y protagonizaron el violento ataque al Capitolio, a los que se negó a enviar un mensaje para que se retiraran, mientras aparentemente ordenó la demora en el envío de ayuda para contenerlos.

El expresidente prácticamente dio argumentos a sus colaboradores, que se han negado a testificar y aportar documentos al Comité Selecto de la Cámara Baja que investiga los hechos del 6 de enero de 2021, diciendo que quienes se manifestaron “son tratados injustamente” y que, “de ganar la elección, les otorgaría perdón presidencial” como hizo antes con sus colaboradores Paul Manafort, Stephen Bannon, Roger Stone y otros, por haberse negado a testificar en su contra en la investigación de colusión de su equipo de campaña con Rusia.

Nuevas revelaciones reconstruyen poco a poco el ambicioso plan de Trump, sus abogados y seguidores, para tomar el poder por asalto, escudados en la mentira de “fraude”, lo que ocasiona más decepción, deserción y un cisma en el Partido Republicano, ahora liderado por el expresidente.

Ahora sabemos que Legislaturas estatales controladas por Republicanos en 6 estados clave, ilegalmente nombraron delegados “alternos” al Colegio Electoral, que “votaron” a favor de Trump y elaboraron “actas” falsas, avaladas por gobernadores de ese partido, que enviaron al Senado y Archivos Nacionales, “legalizando” la “reelección del presidente”, que en realidad fue rechazado por la mayoría de los estadounidenses.

Para impedir acciones legales de sus opositores, Trump, los abogados Rudy Giuliani, Sidney Powell, John Eastman, Jenna Ellis, Phil Waldron y los asesores Michael Flynn, ex director de la Agencia Nacional de Seguridad y el coronel retirado Phil Waldron habrían propuesto la redacción de 2 órdenes ejecutivas, a través de las cuales el expresidente podía utilizar las fuerzas armadas y el Departamento de Seguridad Interna -pilares del aparato de Seguridad Nacional- para decomisar de inmediato todas las máquinas de votación con el pretexto de revisarlas y analizarlas durante meses.

Antes, Trump había pedido a Giuliani presionar a William Barr, procurador de Justicia, para que su oficina también “denunciara” irregularidades y fraude, para decomisar las máquinas, de lo que Barr dijo, no existía evidencia.

Esa operación les habría permitido ganar tiempo y consolidar lo que habría sido el primer golpe de estado en la democracia más grande del mundo.

Todos los protagonistas de esas acciones y firmantes de documentos han sido citados a declarar por el Comité Selecto de la Cámara Baja, que investiga el Asalto al Capitolio.

El debilitamiento del liderazgo de Trump, quien anunció una segunda campaña presidencial, apoyada por oportunistas “leales” incondicionales, coincide con el sorpresivo fortalecimiento de al menos 3 investigaciones, en New York, Georgia y Washington, que podrían generar graves problemas legales a él, sus hijos y círculo selecto de asesores.

Republicanos que ven con preocupación esa segunda campaña de Trump y la candidatura de supremacistas y radicales al Congreso, silenciosamente se revelan o desertan, tratando de recuperar a su partido, como refleja el caso de Mike Pence.

A los crímenes citados por el Reporte Mueller, pendientes hasta su salida de la Casa Blanca, su presión al vicepresidente, desesperadas llamadas a gobernadores, secretarios de estado republicanos, a funcionarios de casilla, para amenazarlos e intimidarlos, investigaciones de fraude al fisco y a aseguradoras, evasión fiscal, violación de leyes de financiamiento de campaña, la descabellada intención de usar agencias del aparato Nacional de Seguridad para decomisar máquinas de votación, su posible responsabilidad en los actos violentos que incitó el 6 de enero se suman cargos por la violación de la Ley de Registros Presidenciales, que ordena a los mandatarios preservar todos los documentos importantes de su gestión.

La entrega de documentos de los Archivos Nacionales al Comité Selecto de la Cámara Baja, que investiga el asalto al Capitolio, pegados con cinta adhesiva transparente, fueron recuperados por personal de la Casa Blanca, -que se dedica a archivar borradores, notas y documentos- dejó al descubierto que a pesar de múltiples advertencias a él, sus jefes de gabinete y su equipo, Trump simplemente destruyó cartas, reportes o memorándums que no le gustaban o no quería dejar como evidencia, arrojándolos a botes de basura en la Oficina Oval, un estudio privado, al lado o a bordo del Air Force One.

Documentos que sobreviven gracias al trabajo de empleados que los rescataron de bolsas de documentos clasificados, que serían destruidos.

Esos documentos han permitido saber que los desesperados intentos de Trump por revertir la elección por cualquier medio, comenzaron el 4 de noviembre, con reuniones en la Casa Blanca y el desfile de descabelladas sugerencias e ideas, desde exigir recuento de votos y auditorías, hasta denuncias sin evidencia y todo lo posiblemente necesario para revertir su derrota, lo que dividió y confrontó a los más cercanos colaboradores de Trump.

Frustrado, explosivo e iracundo, Trump escuchó una a una las propuestas de sus abogados Rudy Giuliani y Sidney Powell, el coronel retirado Phil Waldron, -promotor de la “teoría” de que el VP Mike Pence podía rechazar el resultado y votos electorales de los estados que Trump perdió- y el Gen. retirado Michael Flynn.

Entre ellas, el inédito e inconcebible uso de todo el poder presidencial y agencias del aparato nacional de Seguridad, para decomisar a la brevedad posible todas las máquinas de votación de Arizona, Wisconsin, Michigan, Georgia, Nuevo México y Nevada -estados que perdió- y que fueron fabricadas por Dominion Voting Systems, Smart-matic, Electronic Systems & Software, Hart Inter Civic, Clarity Election Night Reporting, Edison Research, Sequoia y Scytl, argumentando que “fueron intervenidas desde el extranjero a través de Internet”, cuando nunca estuvieron conectadas.

Trump espera que una eventual derrota de los Demócratas, a los que los Republicanos acusan de “tener un presidente ilegítimo”, le abra de nuevo el camino a la candidatura presidencial, por lo que se espera que el voto de los estadounidenses razonables, conscientes de la gran mentira y la historia criminal de Trump, impidan el empoderamiento de los radicales que apoyan al expresidente para proteger la democracia de esta gran nación.

*Texto reproducido con autorización del autor y publicado en LA Times