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El ritmo de la economía estadounidense, el éxito de la desinflación y el alto nivel que mantienen las tasas de interés hacían ver como un paso más sencillo que el banco central de aquel país tuviera decisiones de política monetaria más laxas para llegar, en el mediano plazo, de vuelta a la neutralidad.

Sin embargo, no todo es tan simple como sumas y restas, y en el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) tienen que tomar en cuenta muchos factores, algunos imponderables, que podrían provocar una regresión en su lucha contra la inflación.

Identificar el factor disruptivo no es difícil: Donald Trump. Lo complicado es atinar cuáles de sus amenazas de políticas públicas pueden convertirse en realidad y provocar desajustes económicos.

Están los obvios, aplicar aranceles a la importación de productos de sus dos principales socios comerciales daría un doble golpe a la misión de la Fed, por una parte, implicaría un retroceso económico, pero también una burbuja inflacionaria por el traspaso a los consumidores de ese impuesto de importación.

Hay otras medidas, que encantan a sus más poderosos seguidores, que también podrían tener efectos en la inflación.

Una baja en las tasas impositivas genera atracción de capitales, mayor actividad económica, pero con ello también se pueden dar nuevas presiones inflacionarias.

Además, esas eventuales medidas fiscales también provocan efectos financieros por el aumento de la deuda y de los déficits, todo eso es parte de lo que aparece en el radar de la Fed.

Todos esos bloques de un rompecabezas impredecible son parte del juego predictor de la Fed, que, hasta ahora, parece haber decidido que quiere iniciar la era Trump con un nivel de la tasa de interés en 4.50 por ciento.

El mercado apuesta a una nueva baja en la tasa de referencia en un cuarto de punto en la reunión del 17 y 18 de diciembre.

Y para la primera reunión de enero, el 28 y 29 de ese mes, ya tendrán a Trump en funciones y con algunas de sus nuevas políticas operando. Ese será otro panorama diferente, hoy impredecible.

Para la reunión dentro de dos semanas tendrán que echar mano de datos como el que se publica este viernes, con las nóminas no agrícolas de noviembre, el comportamiento de los consumidores en la época de fin de año, más toda la parte sentimental que generen las promesas de Trump.

Para México hoy resulta secundario lo que suceda con la tasa de interés en Estados Unidos si ésta es influida por las políticas de Donald Trump, porque el primer afectado por los eventuales coletazos del futuro Presidente es justamente México.

China le acaba de recordar al republicano dónde debe fijar la vista en materia comercial con la prohibición de venta a Estados Unidos de minerales para la fabricación de semiconductores y equipos militares.

El sentido común tendría que llevar a la siguiente administración federal estadounidense a no pelearse con sus socios más cercanos y estratégicos, pero desde hace algún tiempo que en este mundo anda de vacaciones el sentido común.