Elecciones 2024
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Para quien no conozca el programa que me propongo parodiar, le explicaré de manera breve en qué consiste. Es un show de televisión, concurso de cantantes, creado en Holanda con el nombre de The Voice, cuya franquicia ha sido explotada por diversas televisoras de todo el mundo. Precisamente, por estos días, la emisión está en su quinta temporada dominical en Televisa.

Los concursantes se presentan ante los llamados coaches, que se encuentran sentados de espaldas al escenario. Si la voz del participante le agrada a uno o a varios de los coaches, éstos aprietan un botón que emite un sonido y hace girar su silla para quedar frente al cantante. Esta acción significa: “quiero tu voz”. Será el cantante novato quien elegirá al coach a cuyo equipo desea pertenecer. Dicho lo cual, comenzamos:

El set está iluminado espectacularmente, en el centro del mismo, en silueta, sobresale una figura con una guitarra. Se escucha una fanfarria y -fuera de cuadro- la voz del presentador: “Señoras y señores, estimado público, bienvenidos a este espacio que celebra el amor por la música. Ya se encuentra en nuestro escenario: se trata de un hombre nacido en Queens, New York, de 79 pelos y un bisoñé: Donald Trump”.

Se enciende la luz que ilumina a un radiante Donald. Seguimos escuchando al presentador: “Donald dice que la única diferencia entre su cabello y un mapache mojado es que el mapache mojado no tiene 7 mil millones de dólares. Dueño de gran carisma y simpatía, de hoteles, edificios y campos de golf, compite con una composición de su autoría titulada: Estados Unidos paralizado: cómo hacerlo grande de otra vez. Lo escuchamos”.

Donald toca su guitarra, sólo se sabe una pisada, la de “La mayor” -el equivalente a la posición de misionero en el sexo-, pero para apoyarlo trae una orquesta sinfónica y un coro de 10 afinadas voces masculinas y femeninas. La canción que entona Trump dice así:

Donald.- Drogadictos, rateros y violadores, México nos manda a los peores. ¿Qué debemos hacer?

Coro.- ¡Un muro!

Donald.- ¿Y quién lo va a pagar?.

Coro.- ¡Ellos!

Donald.- Y los vamos a sacar.

La cámara descubre una mano que oprime el botón, se oye el ruido. La silla gira y sentado en ella está el sheriff de Maricopa, Arizona, Joe Arpaio, con una escopeta recortada. Nuestro protagonista continúa cantando.

Donald.- Tenemos varios chinos y orientales/ nos roban los trabajos y contagian de sus males./ Y los musulmanes parecen animales.

Corte de cámara a un puño que golpea el botón. Con el ruido que produce el golpe se voltea la silla. Ahí sentado está un tipo con una capucha que tiene marcadas en negro las siguientes letras: KKK.

El apoyo de dos de los coaches produce que Donald cante ahora con mayor sentimiento y enjundia.

Donald.- ¿Qué vamos a hacer?

Coro.- ¡Fuera!

Donald.- ¿Y quién los va a sacar?

Coro.- ¡Donald!

Donald.- Inmigrantes ilegales, del Río Grande para abajo, todos son iguales. ¿Qué debemos hacer?

Coro.- ¡Un muro!

Donald.- ¿Quién lo va pagar?

Coro.- ¡Ellos!

Donald.- ¡Ellos, ellos, ellos!

Donald y Coro.- Eeeeehhhh… ¡Mojados!

Una mano firme, con los dedos extendidos sacude el botón de su silla; se escucha el sonido que el televidente identifica y gira la silla, en la que descubrimos a un hombre cuyo peinado, bigote y la suástica que luce en el brazo derecho lo hacen inconfundible: Adolfo Hitler, quien enternecido le expresa al concursante: “La última vez que me emocioné así fue cuando invadimos Polonia. Tu voz tiene la sutileza de un Panzer y la ternura de un oficial de la Gestapo. Mi lucha será para que te quedes en mi equipo. De no ser así, me suicido”.

En su turno, el hombre de la capucha y las letras le manifiesta al cantante: “Donald, tienes una cosa que en el Klan valoramos mucho: fuego en tu voz. Si te unes a mi equipo, jamás volverás a ponerte ese horroroso peluquín porque de ahora en adelante usarás capucha”.

Por su parte, el sheriff Arpaio argumenta: “¡Nunca había escuchado algo tan hermoso y verdadero! Sin lugar a dudas te quiero en mi equipo. Eres lo que necesita la frontera: más güeros y menos frijoleros”.

El presentador invita a Donald a tomar una resolución: “Pues ahora te toca a ti decidir con quién de los tres te quedas”.

Donald.- Me siento muy halagado de que tres figuras a las que admiro tanto se fijen en mí. Sheriff Arpaio, ¿sabía usted que yo de niño en lugar de jugar a los policías y ladrones jugaba a los sheriffes contra ilegales? Amigo del Ku Klux Klan, siempre he admirado a esa benéfica institución. De niño asaba bombones en una cruz encendida. Pero siento por esta vez no complacerlos. Esta vez señor del Klan, señor sheriff Arpaio, me voy con mi gallo. Adolfo, desde siempre he sido tu fan, a mi segunda esposa le pedí que se dejara el bigotito como el tuyo, Heil Hitler.

Trump, jubiloso corre hacía Hitler que hace lo mismo para encontrase en el camino y darse un fuerte abrazo.

Leonorilda

Fueron muchos los días en que juntos trabajamos. Son muchos los recuerdos que guardo en mi corazón. En donde quiera que estés, recibe todo mi cariño, Leonor.