De acuerdo a algunos expertos, “si el pueblo o sus representantes están dispuestos a ignorar la ley y declarar ganador a quien favorecen, entonces podremos estar hablando de un auténtico Golpe de Estado, el primero en la historia de Estados Unidos de Norteamérica
Por: Gregorio A. Meraz
A medida que la histórica Elección Presidencial 2024 llega a su fin este 5 de noviembre, crece el nerviosismo, angustia, preocupación de los dos partidos, en especial de Donald Trump y republicanos, por lo que perder, representaría para ellos.
Además de un alud de investigaciones, procesos y juicios criminales, Trump enfrenta una intensa presión de Rusia, que luego de aportar campañas millonarias para apoyarlo, espera la rápida suspensión de ayuda militar a Ucrania, para consumar la invasión, que intenta desde hace dos años.
También de multimillonarios conservadores, que contribuyen a su campaña, como Elon Musk, quien ahora, quizá con la promesa de la apertura del mercado ruso a sus productos, regala un millón de dólares diario, a personas que se registren, voten por la segunda Enmienda y seguramente por Trump, y quien -de acuerdo al Kremlin- mantiene frecuente contacto con el presidente ruso Vladimir Putin.
Por esa razón y otras de carácter personal, además de su rosario de insultos, ataques y distorsión de la imagen de Estados Unidos, Trump tratará por todos los medios a su alcance, de arrebatar el poder, en caso de una victoria de la vicepresidenta Kamala Harris, por lo que, con un selecto comité de asesores y republicanos, afinan un “Plan B” y hasta un “Plan C,” que involucraría apoyo del Congreso y eventualmente, de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde el expresidente tiene 6 aliados incondicionales.
“Camuflando” aún su humillante derrota de 2020, cuando obtuvo sólo 72.4 millones de votos, contra 81.3 millones de votos del Demócrata Joe Biden, Trump recicla su mentira de “robo de elección” y de que “millones de indocumentados votaron contra él”.
El Plan B, o “Red Mirage,” establece declaración prematura de victoria, el 5 de noviembre, antes de la medianoche, en el espacio entre el cierre de casillas y conteo de boletas enviadas por correo, cuando la tendencia de los votos le favorezca, en estados 100% republicanos, como quiso hacer en 2020, cuando trató de detener el conteo de votos por correo, del extranjero y comunidades apartadas, para convocar a sus seguidores, ejercer presión y reclamar un segundo mandato.
Y es que procesar las boletas de más de 161 millones de votantes registrados, llevará posiblemente días.
“Lo que Trump hará es solo declarar victoria, aunque eso no signifique que es el ganador, solo dirá que la ganó”, explicó antes del primer intento, Stephen Bannon, su exdirector de Estrategia.
“Trump va a obtener ventaja de eso, esta es nuestra estrategia, declararse ganador a si mismo, para que el miércoles en la mañana, haya una tormenta de locura de los medios de comunicación, Antifa, cuando burlón, Trump les diga ustedes perdieron, soy el ganador, soy el rey …”
La ley no establece sanción alguna por algo similar.
Trump trató de revertir una elección justa y libre y continúa rechazando el deseo del pueblo, al que incitó a la violencia, que resultó en el asalto al Capitolio, golpeando a 140 policías que lo protegían” dijo la vicepresidenta Harris, candidata demócrata a la Presidencia, quien se mantiene a la cabeza por escaso margen.
En apoyo de este plan, gobernadores republicanos como Green Youngkin, de Virginia, violaron la ley, tratando de depurar el padrón electoral y legisladores republicanos de Carolina del Norte, proponen que -antes de la votación- se entreguen a Trump los delegados de ese estado al Colegio Electoral.
En otras entidades, los republicanos saturaron de juicios y demandas a las cortes, tratando de descalificar votantes, asegurar la presentación de comprobantes de ciudadanía o suprimir boletas de personas con apellidos Latinos, como sucede en el estado de Florida, mientras los simpatizantes de Trump amenazan y atacan a funcionarios electorales.
Los republicanos están conscientes de que la circunstancia actual es diferente y que Trump no tiene ya los instrumentos del poder, que trató de usar hace 4 años, por lo que hay una opción “C”, para lo que esperan que el Congreso siga bajo control republicano.
En ese escenario, si la presión ejercida por del expresidente fracasa en que Georgia, Carolina del Norte y Wisconsin para que le regalen los delegados al Colegio Electoral antes de la elección, usaría ahora a Mike Johnson, presidente de la Cámara Baja como antes quiso hacerlo con Mike Pence.
Al amparo de la torcida interpretación de la Constitución de John Eastman, quien sugirió que el exvicepresidente Mike Pence no aceptar el resultado de elecciones de estados columpio, Johnson podría rechazar la votación de Georgia, Arizona, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, argumentando errores y ejercer una autoridad sin precedentes en el proceso de confirmación de la posible ganadora de la elección, que podría incluir pasos necesarios para legalizar los electores de Trump, aún en conflicto con gobernadores demócratas, aunque él haya perdido la elección estatal.
Eso dejaría en el limbo la Presidencia, lo que podría prolongarse si permite ventilar teorías de fraude electoral en el pleno de la Cámara Baja del Congreso, con el propósito de cabildear el rechazo de los delegados ganados por la vicepresidenta Harris, para evitar que ninguno de los dos contendientes alcance los 270 votos en el Colegio Electoral.
Es evidente que cada uno de los movimientos de Johnson, podría accionar una intensa batalla legal en cortes estatales y Federales, que casi inevitablemente podrían llegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde Trump cuenta con 6 incondicionales aliados, que, -también acusados de corrupción y favoritismo- seguramente resolverían los conflictos en favor del expresidente.
Expertos consideran que el desenlace sobre el resultado de los comicios en los estados columpio, que deciden la elección, podría marcar la culminación de la intensa campaña de Trump por generar dudas en el proceso electoral.
Si los Republicanos logran que sus maniobras impidan que ninguno de los dos candidatos obtenga los 270 votos electorales necesarios para reclamar la Presidencia, entonces se llevaría a cabo una “Elección Contingente,” como establece la Enmienda 12 de la Constitución, en caso de que ningún candidato alcance los 170 votos del Colegio Electoral necesarios para reclamar la Presidencia.
En la Elección Contingente, que se ha realizado solo en dos ocasiones en la historia, en 1825 para elegir presidente y en 1837, para elegir vicepresidente, cada estado tiene un voto que emiten legisladores seleccionados por cada estado y quien tenga 26 votos o más, sería el ganador.
Por números, los Republicanos es seguro elegirían a Trump, marcando así, lo que parece podría ser la última elección democrática en 248 años, para marcar el inicio de una autocracia, definida con claridad en el Proyecto2025 de Trump, lo que ya analizan los demócratas con preocupación.
De acuerdo a algunos expertos, “si el pueblo o sus representantes están dispuestos a ignorar la ley y declarar ganador a quien favorecen, entonces podremos estar hablando de un auténtico Golpe de Estado, el primero en la historia de Estados Unidos de Norteamérica.