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La renegociación del TLCAN va mal. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) confirma nuestros peores presentimientos: México podría retirarse de la mesa si Estados Unidos sigue pidiendo cosas que no corresponden a la realidad de México, dijo Juan Pablo Castañón.

Ésta es la declaración más dura que ha hecho el CCE desde que empezaron las negociaciones. Fue una conferencia de prensa, no es la respuesta improvisada en una entrevista banquetera.

Si se trata de decodificar el mensaje del CCE, una cosa es clara: las declaraciones debieron ser consultadas con el Secretario de Economía. Puede ser parte de la estrategia de negociación o una señal de desesperación ante la rigidez de la postura estadounidense.

Ildefonso Guajardo ya lo había advertido: la negociación será como una montaña rusa, vendrán momentos muy difíciles, dijo. Está claro que éste es uno de esos momentos difíciles, pero no sabemos el tamaño de la dificultad. ¿Estamos en una zona de turbulencia o el avión tiene un problema?

De la tercera ronda en Ottawa emergieron dos proyectiles para México: la propuesta de restringir el comercio de bienes agrícolas, con base en la estacionalidad de la producción en Estados Unidos, y la exigencia de revisar las condiciones laborales en México, salarios incluidos.

La reunión en Canadá concluyó la semana pasada, en un momento en el que toda la atención de México estaba concentrada en el sismo. Es probable que algo haya pasado allá o en los días que han pasado desde entonces. Las palabras de Bosco de la Vega, presidente del Consejo Nacional Agropecuario, dejan ver molestia por la posición de Estados Unidos. Se daba por hecho que no habría problemas con el sector agropecuario, que allí Donald Trump mostraría su lado pragmático, ante la presión las regiones que votaron por él.

Lo cierto es que en pocos temas Donald Trump ha sido tan consistente como en sus críticas al TLCAN. Lleva años hablando pestes del acuerdo comercial y, desde la Casa Blanca, lleva meses demostrando que es impermeable a argumentos sofisticados de economía y comercio internacional.

Es real el riesgo de que no llegue a buen término la negociación del TLCAN y la conferencia del CCE sirve para recordarlo. Por ello, tenemos que empezar a trabajar en un plan B. En el corto plazo, vendrán turbulencias financieras. ¿Qué haremos ante ellas?

Se habla mucho de diversificar el comercio, para eso están los 45 tratados comerciales que México ha firmado. En el mejor de los casos, la diversificación se llevará algunos años. Se habla menos de impulsar el mercado interno, entre otras cosas, porque eso sería mucho más complicado. ¿Estamos dispuestos a mejorar los sueldos?

El mayor reto sería la reestructuración de la relación con Estados Unidos. El comercio binacional implica más de 100 millones de dólares por hora y una parte de éste entrará en territorio desconocido. Los optimistas piensan que, al terminar NAFTA, las reglas de la OMC entrarán en vigor como si fueran un segundo motor. Yo soy escéptico al respecto: pienso que Trump aplicará toda clase de marrullerías para complicar la relación binacional. Las reglas de la OMC contemplan que México tendría trato de Nación Más Favorecida y gozaría de aranceles de 2 a 4 por ciento. Con Trump, habría que añadir los costos del litigio que implicaría hacer que su gobierno respete lo que dice la OMC. Por eso, es urgente saber: ¿estamos en zona de turbulencia o se dañó el avión?