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El mensaje de la Fed siempre fue claro, decidirían cambios cuando la inflación, que es cómo su corazón, convergiera a 2%.

Dicen los psicólogos que la negación es un mecanismo de defensa ante los conflictos, pretendiendo que no existen, que no tienen relación directa con el sujeto, o simplemente que no son relevantes.

Hay quien a estas alturas sigue negando no sólo la posibilidad de que puedan subir las tasas en Estados Unidos el próximo mes, sino también que tuvieran que aumentar durante el primer semestre del 2016.

No es un hecho consumado que en la reunión de política monetaria de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) vaya a iniciar el proceso de alza de las tasas de interés, después de tantos años de desprendimiento monetario.

Las minutas de la pasada reunión dejan ver que hay división en cuanto a los tiempos de aplicación de los objetivos comunes de propiciar un crecimiento económico sostenido sin presiones inflacionarias.

Lo que tendremos de aquí al día 15 de diciembre que inicia la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto de la Fed es una atención muy quisquillosa a todos los indicadores de la economía estadounidense.

La próxima semana se publica la revisión de la cifra de crecimiento del Producto Interno Bruto al cierre del tercer trimestre y la primera semana de diciembre conoceremos las nóminas no agrícolas de noviembre que corre. Habrá datos industriales, de consumo y confianza.

Todos cuentan para la Fed y para los pronósticos de los mercados. El reporte de la inflación al consumidor, un dato muy relevante para los banqueros centrales, se dará a conocer muy cercano a la fecha de la reunión de política monetaria.

Sin embargo, puede ser que la Fed ya tenga la respuesta en materia de inflación para justificar su decisión. Los precios al consumidor, en su medición general, presentaron en octubre pasado un aumento de 0.2% en términos anuales.

A ese indicador se le nota la influencia de los precios del petróleo y sus derivados como las gasolinas, que con sus bajas de precios contribuyen a estos registros inflacionarios tan bajos.

Pero así como un amor honesto se fija en los sentimientos, así los banqueros centrales de Estados Unidos se fijan en el corazón. Y no se trata de que las caritas de preocupación de los inversionistas que viven en la incertidumbre conmuevan a Janet Yellen y los suyos. Más bien se fijan más allá de los detalles de la fotografía de los precios.

El corazón de la inflación estadounidense, esa que elimina para su medición los elementos volátiles como los precios de los energéticos, está hoy en 1.9 por ciento. El mensaje de la Fed siempre fue claro, decidirían cambios cuando la inflación convergiera a 2 por ciento.

Los precios volátiles de la inflación energética se pueden voltear en cualquier momento, más en estos tiempos de acciones terroristas y reacciones militares. La gasolina puede pegar un brinco en su precio que nos haga ver que sí hay inflación en Estados Unidos, y que sólo hay energéticos temporalmente baratos.

Se crean empleos, el corazón de la inflación está en la meta, y al final del día un cuarto de punto no es para tanto cuando sí existen estas evidencias de recuperación económica. La determinación no será ni sentimental ni emocional, lo que sea que decida la Fed el 16 de diciembre lo tendrá que explicar con la razón.