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Si la apreciación que ha tenido la cotización del peso frente al dólar ha sido utilizada por el gobierno como una aparente muestra de que la economía mexicana va requetebién. Seguramente la depreciación notoria que tuvo ayer debió haber sido producto de alguna mala decisión de la 4T.

Pero no. Ni la apreciación cambiaria es un aval a las políticas económicas del presidente Andrés Manuel López Obrador, ni la depreciación de ayer tiene nada que ver con alguna determinación tomada por el actual gobierno.

La volatilidad observada va de la mano de los temores en los mercados por los efectos económicos que puede tener en el mundo entero la expansión, aún no controlada, de la nueva cepa del coronavirus, Covid-19.

Ayer, el peso mexicano fue uno más dentro de una canasta de divisas que se vio afectada por la apreciación del dólar de Estados Unidos. Hay que recordar que cuando hay incertidumbre, el refugio financiero mundial es el dólar y los bonos del Tesoro estadounidense.

Así que no, en esta ocasión, no fue nada que partiera de las controvertidas políticas públicas de la 4T. Pero que sirva el ejemplo para que tampoco se cuelguen de los movimientos propios de los mercados para presumir apreciaciones cambiarias de las que no tienen paternidad.

Eso sí, México puede mantener la generación de preocupaciones locales con la lluvia de datos económicos que vienen y que pueden confirmar que se mantiene estancado el crecimiento.

El lunes llega el resultado de la inflación de la primera quincena de febrero, que debería confirmar que los precios se mantienen dentro del rango tolerado por el Banco de México.

Pero el martes llueve duro en materia económica. El dato más significativo podría ser el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) de diciembre. Porque si bien ese mismo día se publicarán datos revisados del Producto Interno Bruto (PIB) al cierre del cuarto trimestre, lo que busca el mercado es saber si al cierre del 2019 se frenó la caída.

El PIB revisado del cuarto trimestre nos dará la cifra definitiva del comportamiento de la economía durante el 2019, nadie espera algo diferente a un dato negativo o benévolamente en 0% de crecimiento.

Los datos que hoy más se esperan son los que anticipen cómo le va a este 2020. Es a partir de marzo que empieza la lluvia de datos iniciales de este año y serán los que más pudieran pesar en los mercados, porque podrán corroborar si lo peor ya pasó o bien se mantiene el deterioro.

A partir de ahí, viene la toma de decisiones. Entre las más esperadas, si la Secretaría de Hacienda corrige su pronóstico de crecimiento para este año y, con ello, su programa de gasto público.

Y entre las decisiones más temidas, las de las calificadoras y sus expectativas de la relación crecimiento-estabilidad de la deuda.

Esos son datos internos que sí pueden mover el tipo de cambio. Lo de ayer fue totalmente externo. No culpen a la 4T.