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Aunque todavía estamos lejos de superar la crisis del coronavirus, es indudable que el mundo ya no será el mismo. Lo que no está del todo definido, sin embargo, es el sentido del cambio, pues se han desatado fuerzas en sentidos opuestos.

A lo largo de la crisis hemos visto el choque entre la ciencia y el voluntarismo. Ante la sorpresa y el miedo, nos acercamos a la ciencia. Por un tiempo, todos quisimos escuchar las explicaciones de los médicos. Pero ahora, cansados y en algunos países impulsados por liderazgos sujetos a intereses propios, ya son muchos los que desoyen a los expertos y se lanzan a las calles.

Y así como la reivindicación de la ciencia está en duda, también lo está el papel de la sociedad civil. Al inicio de la pandemia, en algunos países se decía que la gente se había adelantado a sus gobiernos. En México, crisis pasadas llevaron a la instauración y al fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil de la máxima relevancia.

Si bien ahora ha habido importantes iniciativas sociales, la respuesta a la pandemia en México y en otros países ha provenido del Estado; llegando en algunos casos a la limitación de derechos fundamentales. Frente a la lectura cada vez más generalizada de que la crisis evidenció el costo del desmantelamiento del Estado, el desenlace podría implicar la ampliación de su esfera de influencia ante una sociedad civil que seguramente replicará con reclamos y resistencias.

Por último, advierto un choque entre la globalización y el nacionalismo. Mucho se ha insistido en la necesidad de una respuesta global ante una crisis de iguales proporciones. Pero lo cierto es que la pandemia patentizó los riesgos de la dependencia del exterior. Ya en varios países hemos visto el cierre de fronteras y limitaciones a las exportaciones. Para Joseph Stiglitz, la crisis “nos ha recordado que la unidad política y económica básica todavía es el Estado-nación” (Foreign Policy, 15 de abril de 2020).

Nada está resuelto en estos frentes y seguramente habrá grandes diferencias en la forma en que cada país los resuelva. Con todo, pienso que las fuerzas que empujan el voluntarismo, el retorno del Estado intervencionista y el nacionalismo han tomado la delantera.