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El piso que tocó el PAN el 1 de julio, con su peor resultado electoral en 37 años, lo coloca, sin embargo, en la posibilidad de reconstruirse desde los cimientos para reinstalar en la política nacional una diáfana posición de derecha.

Porque su gran derrota no ha sido la electoral. Apenas en 2016 ganó siete gubernaturas y gobernó al 52 por ciento de los mexicanos. Su peor derrota ha sido la ideológica: paradójicamente, desde que ganó la presidencia en el 2000, se empezó a avergonzar de su esencia de partido de derecha.

Y desde 2010 acentuó sus alianzas con el PRD, que le dieron ocho gubernaturas, pero le quitaron el espíritu con el que lo fundó Gómez Morín en 1939: un partido de ideología definida hacia la dignidad de la persona humana, el bien común, la solidaridad, la libertad de empresa.

Un partido de derecha, pero de lo cual se sonrojan muchos panistas de hoy para parecer políticamente correctos, aunque no se sonrojarían si entendieran que la derecha es la ideología que defiende al individuo y la libertad, dos de las aspiraciones más sanas que se puedan defender.

Porque, a todas estas, ¿qué es realmente ser de derecha y qué es ser de izquierda? Pues ya casi nadie lo tiene claro, en una época en la que las ideologías están en fuga. Sin embargo, por qué no los recordamos, aunque parezca clase de primaria? Va:

—La derecha propugna la libertad con orden, la compasión, el mercado, la competencia, la eficiencia, la propiedad y el emprendimiento individual. La derecha defiende al individuo.

—La izquierda propugna la libertad con igualdad, la justicia, la preeminencia del Estado, la colaboración, la participación, la solidaridad y la regulación. La izquierda defiende a la sociedad.

Entonces ¿por qué ruborizarse u ocultar que se tiene una ideología de derecha? Está muy bien defender al individuo, la libertad con orden, la compasión, el mercado, la competencia, la eficiencia, la propiedad, el emprendimiento.

Olvidó el PAN que hay millones de mexicanos que piensan así, y aprueban que los estatutos del partido reproduzcan la definición católica de la vida y la muerte: “La vida y la dignidad del ser humano deben protegerse y respetarse desde el momento de su concepción hasta su muerte natural”.

Haber olvidado eso, dejar de atender a esos millones para aliarse con la izquierda (que favorece el aborto y la eutanasia) provocó que en la pasada elección Ricardo Anaya obtuviera (con sólo 12.6 millones de votos) el resultado más pobre de un candidato panista desde 1994.

Porque, en palabras de uno de sus militantes doctrinarios, Luis Felipe Bravo Mena:

“El PAN es un PAN sin panismo, es una serpiente que se muerde la cola”.