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El viernes de esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dará a conocer los datos del PIB para el tercer trimestre del 2015. El mercado anticipa un crecimiento anual con respecto al tercer trimestre del 2014 de 2.4-2.5%, cifra muy similar a la estimación oportuna del Inegi publicada el 30 de octubre —cabe destacar que es la primera vez que el Inegi da a conocer una estimación preliminar con tanta anticipación.

Estas cifras representarían una ligera aceleración con respecto a 2.2% de crecimiento reportado en el segundo trimestre de este año con respecto al mismo trimestre del 2014. Por otro lado, las cifras que miden el crecimiento de manera desestacionalizada contra el trimestre inmediato anterior —que en la opinión de este columnista dan una mejor lectura del ritmo de expansión de la economía— arrojan un estimado de 0.6-0.7% que también representa una ligera aceleración con respecto a 0.5% reportado en el segundo trimestre del año.

Si tomamos el rango alto del estimado de crecimiento desestacionalizado del tercer trimestre de 0.7% y lo anualizamos, esto se traduciría a un ritmo de expansión cercano a 2.8%, lo cual representaría una aceleración importante con respecto a 2.0% del segundo trimestre de este año.

Este ritmo de expansión está siendo principalmente impulsado por una fuerte recuperación en el consumo que se ha reflejado en tasas de crecimiento muy robustas en los indicadores de ventas al menudeo publicados tanto por el Inegi como por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio (ANTAD).

Durante julio, agosto y septiembre de este año, el crecimiento de las ventas a tiendas iguales de la ANTAD —que solamente incluye las ventas de las tiendas que tienen más de un año de operación y por lo tanto son comparables contra periodos anteriores— registró un promedio de 7.5% contra los mismos meses del año anterior. Asimismo, el indicador mensual de consumo privado publicado por el Inegi arroja crecimientos anuales de 3.1% en julio y 4.2% en agosto (la cifra de septiembre aún no se ha publicado).

Esta importante recuperación en el consumo ha sido impulsada por tres factores principales: i) un aumento importante en el número de empleos formales que acumula 703,000 en los últimos 12 meses; ii) un incremento muy robusto en las remesas que reciben las familias mexicanas de sus familiares en Estados Unidos (este incremento es aún más marcado si incorporamos el impacto positivo de la deprecación del peso mexicano ya que cada dólar recibido se traduce en un mayor número de pesos para gastar); y iii) un ligero aumento en el ingreso real disponible de las familias como consecuencia de la disminución en los niveles de inflación y en concreto de algunos servicios como la telefonía y la energía eléctrica.

Aunque un crecimiento anualizado de 2.8% sería buena noticia, es claro a todas luces que este ritmo sigue siendo insuficiente para una economía con las características de la mexicana. Sin embargo, vale la pena recordar el gran lastre en el que se ha convertido la industria petrolera en las cifras de crecimiento de la economía mexicana. Además del desplome en los precios del petróleo en dólares (la caída es menor pero aún considerable si traducimos el precio a pesos) hay que considerar la gran caída que ha tenido la plataforma de producción de crudo en nuestro país durante los últimos 12 meses.

Los especialistas estiman que al excluir la contribución negativa de la industria petrolera, la economía hubiera crecido cerca de 3.3% durante los primeros nueve meses del año con respecto al mismo periodo del 2014, casi un punto porcentual más que el crecimiento oficial estimado de 2.4 por ciento.