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Para oponerse a la iniciativa de ley a favor de los matrimonios igualitarios que en un mal momento de cálculo electoral presentó el presidente Enrique Peña Nieto a la Cámara de Diputados, Norma Edith Martínez Guzmán, legisladora del conservador Partido Encuentro Social (PES), argumentó: “¡Si aceptamos esta iniciativa, después veremos, como en otros países, gente casándose con delfines o con laptops! O se repetirá el caso de un señor de 52 años que quiere ser adoptado porque dice ser una niña de nueve años”.

Es evidente que la diputada pesista, integrante de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, manipula la información y desvía el tema. Se trataba de estar de acuerdo o no con el derecho constitucional de un ser humano a unirse en matrimonio con cualquier otra persona aunque ésta sea de su mismo género -no con un animal o con una cosa-.

Escuché y vi la participación de la diputada Martínez Guzmán en el reciente programa de Joaquín López Dóriga, Si me dicen no vengo, donde en apoyo de su tesis en contra de los matrimonios civiles igualitarios, entre otras cosas, arguyó: “El derecho al matrimonio homosexual no existe, existe la institución del matrimonio que protege, en esencia, el tema de los hijos, tanto para la perpetuación del Estado, como para la protección de los derechos de los hijos”. Por lo dicho la única visión que la diputada tiene del matrimonio es la de procrear hijos, según su definición “para la perpetuación del Estado, así como para la protección de los derechos de los hijos”. Sería bueno hacerle ver que todos los homosexuales son hijos de matrimonios institucionalmente bien constituidos y, por lo tanto, tienen protección de sus derechos, entre éstos, el de unir su vida a través del matrimonio civil con la persona que deseen, independientemente de las preferencias sexuales que ésta tenga.

En el mismo programa estuvo presente el Ministro de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, quien señaló: “La Suprema Corte, de manera reiterada, ha establecido jurisprudencia derivada del artículo 1º constitucional y también del artículo 4º que prohíbe toda discriminación motivada, entre otras cosas, por preferencia u orientación sexual. La Corte ha sostenido que prohibir el matrimonio a las parejas homosexuales es discriminatorio y esto es prohibido por la Constitución. Asimismo la Constitución protege en el artículo 4º todos los tipos de familia. No hay un tipo de matrimonio único, ni hay un tipo de familia único que estén protegidos por la Constitución. Todas las personas tienen la misma dignidad y todas las familias merecen la misma protección. Por lo demás, no hay un matrimonio natural, el matrimonio es un contrato y como tal una institución histórica y cultural”.

Locura o extravagancia

No cabe duda de que cuando las personas de pensamiento fundamentalista se empecinan en una idea, no les importa recurrir a toda clase de sofismas a fin de imponer su manera de pensar. Pienso, siento, que probablemente ni cuentan se dan. Las miasmas de sus prejuicios les impiden ver más allá de sus narices. Tal es el caso de la diputada Martínez Guzmán, quien al estar en contraposición al matrimonio civil igualitario, lo homologa con actos excepcionales de locura o extravagancia.

¿Qué semejanza tiene el matrimonio civil igualitario con el caso de “un señor de 52 años que quiere ser adoptado porque dice ser una niña de nueve años”? Es evidente que el señor al que se refiere la legisladora padece de sus facultades mentales, es digno de solidaridad humana y necesita ayuda psicológica.

Existen circunstancias de personas excéntricas o con trastornos histriónicos de personalidad que recurren a ideas descabelladas o acciones excesivas en búsqueda de la atención de los demás. Tal es el caso de la inglesa Sharon Tendler, de 41 años, quien, en el puerto israelí de Eilat, fue la primera persona en casarse con un delfín: Cindy, de 35 años. “No es nada malo. Se trata simplemente del amor puro que le tengo a este animal” -expresó la novia vestida de blanco-. Hizo ver que estaba consciente de que la boda no tenía validez legal y dijo que tampoco es celosa. “Todavía se va y juega con las otras” -explicó sobre su acuerdo prenupcial con Cindy-. “Espero que tenga muchos bebés con otras. Mientras más delfines, mejor”.

El otro caso aludido por la diputada Norma Edith Martínez es el sucedido en el estado de Florida, en Estados Unidos: Mark Chris Sevier afirma que se enamoró de su MacBook y ahora busca legalizar el matrimonio con laptops. Confiesa que el motivo principal es que su MacBook está repleta de pornografía, que ama tener sexo con ella y que no le interesa ninguna chica de carne y hueso”. (Resulta difícil pensar en tener un pene en forma de USB).

No sé si el lector estará de acuerdo conmigo en que ninguno de los tres asuntos anteriormente narrados, ni por asomo, se pueden comparar con el de un ser humano -hombre o mujer- que quiere unir su vida a otro de su mismo género a través de un contrato matrimonial.

Confesión

A propósito de contraer matrimonio con una máquina. El 9 de febrero del 2017 cumpliré 25 años de estar casado con un detector de mentiras.