Sin embargo, en México no está sólo la cabeza de la serpiente: en México está también el huevo de la serpiente
William Barr, el hombre de confianza de Donald Trump para mantener la amistad que tuvo con el actual presidente mexicano, afirma que éste es hoy el principal facilitador de los cárteles de la droga. Pero eso es algo que debería probar.
Lo que no debe probar (porque está inexorablemente demostrado) es su metáfora para referirse al crimen organizado: “La cabeza de la serpiente está en México”. Los carteles mexicanos matan a tiros aquí a 100 diarios; y allá a 130 mil año por sobredosis.
Sin embargo, en México no está sólo la cabeza de la serpiente: en México está también el huevo de la serpiente, que es que creciente militarización del gobierno civil, y de la sociedad. Los militares en el gobierno son veneno. Así es en todos los populismos.
Miremos nada más el resultado de la militarización en los tres principales dictaduras aliadas del actual gobierno mexicano: Venezuela y Nicaragua son dos narcoestados, con los militares acusados de crímenes de lesa humanidad en la ONU; y Cuba es una prisión.
Y otro aliado reciente, el exguerrillero y político populista Gustavo Petro, presidente de Colombia, apenas en la última semana se vio a su hijo recibiendo dinero de narcos y comprando mansiones, dio nacionalidad por decreto a terroristas españoles…
Aquí, la detención en Estados Unidos del general CVienfuegos (fue liberado sólo por un acuerdo político fraguado justamente por William Barr) demostró que, es un cuento políticamente correcto, aquello de que los militares son incorruptibles.
Porque no se trata sólo de que el Ejército sea contaminado por el crimen organizado: se trata de que el monopolio de la fuerza coercitiva, de las armas, de la impunidad y del poder, provocan que el Ejército sea insaciable y acabe capturando el poder político.
Sí, como hizo el Ejército en Cuba, Venezuela y Nicaragua, las tres principales dictaduras aliadas políticas y económicas, premiadas, además, con órdenes nacionales, y defendidas en la ONU y la OEA por la actual administración mexicana.
El Ejército cubano regentea, con GAESA (una empresa registrada en Panamá) 39 mil 383 habitaciones de hotel en la isla, Caesars (Las Vegas) y Barceló o Iberostar (España) y casi tantas como The Walt Disney Company (39 mil 751).
La ONU concluyó que los militares nicaragüenses cometen crímenes de lesa humanidad, con el asesinato sistemático de opositores que protestan contra la dictadura de su jefe, el sátrapa Daniel Ortega. Además, de que destierra a los disidentes.
El Ejército venezolano también es considerado por la ONU asesino de lesa humanidad: ha asesinado a cinco mil 94 opositores políticos y detenido, sin órdenes judiciales, a otros tres mil 479, y “todos con conocimiento del número uno del régimen”.
Sí: cabeza y huevo de serpiente.