Elecciones 2024
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Al margen de la respuesta del Presidente, que no pudo haber sido peor, al legítimo posicionamiento de los 30 intelectuales, desde la visita a Washington se ha dado en él un curso hacia el pragmatismo. Eso se advierte en la gira de esta semana a Guanajuato, Jalisco y Colima, así como una reunión próxima con los representantes empresariales. El incipiente y frágil cambio en la actitud del Presidente debe ser correspondido por todos. En bien del país, la unidad nacional debe ser el objetivo.

Los problemas están a la vista. Muchos heredados, otros vienen del infortunio y los inexplicables son autoinfligidos, de factura reciente. Encararlos compromete a todos, y no hay unidad nacional posible sin la convocatoria, participación y liderazgo del Presidente.

La unidad no elimina la diferencia o incluso la crítica. Lo que privilegia es lo que nos es común. Ganar la batalla al crimen y abatir la impunidad a todos beneficia. Enfrentar con éxito las crisis sanitaria y económica es fundamental. Una economía en crecimiento es para el bien del país, y particularmente, de los más pobres.

Es previsible que el juicio al pasado derive en condena, pero también debe separarse el modo de llegar a las reformas estructurales, de lo que es su contenido.

Es un imperativo que los comicios del próximo año se desarrollen en normalidad. Que los partidos y los candidatos puedan emprender su proselitismo sin interferencia indebida de los gobiernos o en algunos territorios, de las organizaciones criminales.

La voluntad de reencuentro para llegar a la unidad nacional a todos convoca. Contribuir a ella es urgente incluso a pesar de señales en contrario. Cada quien en lo suyo, desde su propio espacio, sin abandonar su perspectiva. La unidad de lo diverso no es debilidad, sino soporte y fortaleza.