Elecciones 2024
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A principios de esta semana se publicaron las cifras revisadas del PIB para el cuarto trimestre del 2018 que registró un crecimiento anual de 1.7% con respecto al mismo trimestre del año anterior.

Dicha cifra representa una desaceleración con respecto a 2.5% registrado durante el tercer trimestre del año pasado. Sin embargo, el crecimiento del tercer trimestre del 2018 con respecto al mismo trimestre del 2017 se vio beneficiado por una base de comparación fácil por la debilidad en la actividad económica observada durante el tercer trimestre del 2017 debido a los sismos que afectaron a diversas zonas del país.

Mientras tanto, el crecimiento del PIB en el cuarto trimestre del 2018 con respecto al tercer trimestre del mismo año fue de 0.2% en términos desestacionalizados, lo cual representa una considerable desaceleración con respecto al crecimiento de 0.6% observada en el PIB del tercer trimestre con respecto al del segundo trimestre.

Al anualizar las cifras del cuarto trimestre, tendríamos un crecimiento anualizado aproximadamente de 1 por ciento. Con estas cifras, la economía mexicana concluyó el 2018 con un crecimiento de 2.0%, cifra idéntica a la del 2017 y ligeramente por debajo del consenso de expectativas de principios del 2018 que se ubicaba en 2.2 por ciento.

El crecimiento de 2.0% es mediocre y decepcionante dada la aceleración observada en el 2018 en el crecimiento económico a nivel global y en particular de Estados Unidos. A pesar de este mejor entorno global del año pasado, el crecimiento económico en México fue afectado por factores como el continuo declive de la producción de petróleo, una desaceleración en el consumo y un anémico desempeño de la inversión pública y, en menor grado, de la privada.

La inversión y el gasto público fueron recortados debido al plan para reducir la deuda pública como porcentaje del PIB, mientras que la inversión privada fue afectada por incertidumbre en torno a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la elección presidencial y un endurecimiento en las condiciones financieras a nivel global.

Asimismo, la economía mexicana enfrentó una política monetaria restrictiva en la que Banxico ha incrementado la tasa de fondeo en 5.25 puntos porcentuales desde que comenzó su ciclo de alzas a finales del 2015 que ha llevado las tasas de interés en términos reales a su nivel más alto en la última década.

Aunque algunos de los principales factores de incertidumbre del 2018 —como la renegociación del TLCAN y la elección presidencial— han sido superados, la economía mexicana enfrenta un entorno de desaceleración generalizada de la economía global y de nuestro principal socio comercial.

Del mismo modo, hay factores internos tradicionalmente asociados al primer año de un nuevo gobierno —como una desaceleración en el desplazamiento de la inversión y el gasto público— que restan al crecimiento.

A principios de año, el consenso de expectativas de crecimiento se ubicaba en 1.8 por ciento. Sin embargo, en la edición de Sin Fronteras del 17 de enero, apuntamos que dicha expectativa tenía importantes riesgos a la baja y que el crecimiento del PIB para México en el 2019 podría quedar más cerca de 1 que de 2 por ciento.

Aunque la encuesta de expectativas económicas de Citibanamex más reciente, publicada el 20 de febrero, mantiene un consenso de 1.8% para el crecimiento del PIB, Goldman Sachs acaba de revisar a la baja su pronóstico de crecimiento de 1.7 a 1.5% y Banco de México redujo su rango estimado de crecimiento en su Informe Trimestral de Inflación publicado ayer de 1.7 a 2.7% a 1.1 a 2.1 por ciento. No nos debe sorprender que vengan revisiones adicionales a la baja y que el crecimiento para el 2019 se ubique cerca de la parte baja del nuevo intervalo estimado de Banco de México.