Elecciones 2024
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Claro que la fecha es emblemática. Es exactamente el mismo día en el que Tata Cárdenas decidió terminar con el abuso de los intereses extranjeros y con la ayuda del pueblo bueno, que donó hasta sus gallinitas para juntar dinero, expropió la industria petrolera para el beneficio de todos los mexicanos.

Nada mejor que el 18 de marzo para lanzar con bombo y platillo el proyecto petrolero del sexenio: la construcción de la refinería en Dos Bocas, Tabasco.

Y en todo caso, mejor que sea este el evento estelar para ese aniversario y no una cancelación de la reforma energética, como tanto prometieron los más radicales durante la campaña electoral.

Después del “mal entendido” entre la lucidez y el sentido común del subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera, y el empecinamiento caprichoso del presidente López Obrador, al final tlatoani mata financiero y ¡la refinería va!

La idea es que este lunes el gobierno federal presente las bases de la licitación para la construcción de esa instalación petrolera.

Será una convocatoria restringida. Vamos, posiblemente no podrá participar ni Riobóo.

Si alguna empresa tiene interés en entrarle al tema, deberá tener experiencia probada en construcción de este tipo de facilidades industriales y un amplio prestigio en el mercado internacional.

Así que, de entrada, parece una licitación que sólo podrán atender empresas extranjeras.

Lo que hay que ver es si realmente tendremos una larga fila de postulantes frente a la puerta Mariana de Palacio Nacional esperando sacar ficha para participar en esta licitación.

Porque si algo deberán cumplir al pie de la letra es no gastar ni un dólar más de los 8,000 millones de dólares contemplados y entregar la llave en la mano del presidente para que éste la eche a andar antes de tres años, y si se puede antes del día de las elecciones intermedias, mejor.

¿Cuántas empresas expertas en materia de creación de infraestructura energética se animarán a entrarle bajo tales condiciones de presión?

Ahora, no sabemos qué clase de refinería quiere el presidente. Porque en eso de la industria de la refinación hay de todo. Se puede construir una sencillita que refine petróleos ligeros y que sirva para la foto. O bien, se puede construir una refinería para crudos pesados, como los que produce México, que contemple todo el proceso hasta la entrega en los centros de consumo.

Quienes quieran entrar al negocio deberán estar al tanto de los riesgos de incumplimiento y costos que puede implicar que en el proceso Pemex pierda su grado de inversión o que la economía mexicana no tenga el desempeño esperado.

Además, hay factores de difícil cálculo como los costos de las materias primas y hasta imponderables como un huracán. En fin.

Veremos, pues, cuál es el apetito que existe entre las compañías más respetables del sector energético mundial por entrarle a un proyecto que tiene la reprobación del mercado, la oposición de la Secretaría de Hacienda y la presión de ser entregado en tiempos políticos específicos.

Y todo, claro, con un presupuesto que no puede pasarse del cálculo que hicieron los funcionarios, no todos expertos en materia energética, de la 4T.