Elecciones 2024
Elecciones 2024

El replanteamiento a fondo de las relaciones con el sindicato es uno de los mayores retos de la entidad.

Estamos viviendo el fin de Pemex como lo conocimos. La reforma energética le quitó el carácter de monopolio en petróleo, gas y algunos derivados. Los recortes presupuestales lo obligarán a operar en una escala menor. El nuevo Pemex será una entidad mucho más pequeña, amenazada por la competencia, los acreedores y los reguladores. Ya no será un Estado dentro del Estado, deberá vivir en una caja de cristal.

A Pemex le quedará un presupuesto superior a los 400,000 millones de pesos anuales. Sólo el IMSS tiene más recursos. La cantidad es enorme, considerando que no hay una entidad federativa que tenga tanto dinero en su ejercicio anual. Es menos impresionante, si la comparamos con las grandes petroleras del planeta. Pemex ya no está en el top 10 mundial, si consideramos categorías como producción, ventas o presupuesto de inversiones.

Pemex cerró el 2015 con 135,026 trabajadores. A escala mundial, es una de las cinco empresas petroleras con mayor número de empleados, pero esa situación está cambiando. El recorte de personal que viene pondrá punto final a una historia de relaciones laborales. En el 2015 fueron 11,097 los trabajadores que salieron de la empresa. Ese ajuste de plantilla fue ejecutado de acuerdo con una tradición tejida en décadas de negociaciones. No hubo ruido, a pesar de (o gracias a) que 80% de esos trabajadores eran sindicalizados.

El ajuste presupuestal anunciado para el 2016 permite augurar una reducción mayor de personal. Los que tienen información “confidencial” hablan de que serán entre 15,000 y 20,000 trabajadores. ¿Cómo reaccionará el sindicato? Es muy probable que lleve las cosas a un territorio político, porque si la discusión se queda en el terreno económico-administrativo, es indefendible mantener la plantilla o hacer ajustes menores en ella. La productividad por empleado de Pemex es apenas comparable con compañías tercermundistas. Está muy lejos de la que tienen petroleras de clase mundial.

El replanteamiento a fondo de las relaciones con el sindicato es uno de los mayores retos de Pemex, apenas comparable por su magnitud con la “reinvención” de las relaciones con Hacienda y el gobierno federal. Pemex necesita una revisión de la reforma fiscal que le fue “otorgada” en la reforma energética. El desahogo de la carga tributaria debería darse con mayor profundidad y en un plazo menor al previsto, por una razón: si Pemex no cuenta con recursos suficientes para hacer una transformación profunda, seguirá en la mediocridad, pero ahora en menor escala.

¿Podrá Hacienda descargar fiscalmente a Pemex? Es una buena señal que los ingresos petroleros ya sean menos de 18% del presupuesto federal. Eso quiere decir que sí se puede. Ha crecido la base de contribuyentes y se ha reducido la dependencia de Pemex. En sentido contrario, es un mensaje desconcertante que el plan de austeridad de Pemex haya sido decidido y ejecutado desde la Secretaría de Hacienda. Se le sigue tratando como si fuera una empresa paraestatal, a pesar de que ya es una empresa productiva del Estado, que en teoría tiene autonomía de gestión.

¿De qué tamaño quedará Pemex? En los próximos días, el director general, José Antonio González Anaya, deberá presentar el plan estratégico de la empresa. Nunca antes un documento de Pemex había generado tantas expectativas. Parece exagerado decirlo así, pero es cierto. Nunca antes, esta empresa había vivido una crisis de esta magnitud: es financiera, fiscal y de producción, pero también de identidad. ¿Qué es Pemex? ¿Cómo será en 10 años?

[email protected]