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La crisis ambiental de la semana pasada en Ciudad de México —y en otras ciudades— puso a la contaminación en boca de todos. Tanto en las conversaciones como en las redes, la calidad del aire que respiramos se convirtió en el gran tema de discusión. Pasada la crisis, vale la pena preguntarnos qué tan relevante es la contaminación para la población.

Una encuesta realizada por Consulta Mitofsky el fin de semana confirma que la conciencia ambiental está muy extendida, sobre todo entre los jóvenes. De hecho, el porcentaje de encuestados que dice que le importa la calidad del aire supera 95 por ciento.

Más aún, ante la disyuntiva entre un menor crecimiento económico con la debida protección del entorno o uno más acelerado con cargo al ambiente, la mayor parte de los entrevistados opta por un desarrollo sustentable.

También son mayoría los que consideran que la solución al problema de la contaminación del aire depende más de la propia sociedad que del gobierno. Y frente a una crisis como la de la semana pasada, el apoyo a medidas como el Hoy no Circula o la suspensión de clases es igualmente predominante.

Sin embargo, cuando se pide a la gente que liste los principales problemas que percibe en sus comunidades, la contaminación no aparece en los primeros lugares. Solo 7% la menciona como el principal problema, frente a 58% que alude a la inseguridad. Aun en CDMX, donde sí ocupa un lugar más alto entre las preocupaciones de sus habitantes, la contaminación es superada por la inseguridad en una relación de 5 a 1.

Significativamente, casi dos terceras partes de los encuestados afirma que, una vez pasada esta contingencia, se acabará la preocupación por la calidad del aire. Solo una quinta parte piensa que este tema se mantendrá entre las principales inquietudes de la gente.

Estos datos indican que, pese a la conciencia ambiental extendida, la contaminación no representa la misma gravedad que la inseguridad o la violencia.

Los problemas ambientales parecen adquirir relevancia intermitente en momentos de contingencia. Solo si esas crisis se volvieran cotidianas, la contaminación adquiriría relevancia continua, pero ese es un escenario que nadie desea.