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Hay herramientas para controlar efectos.

Podrán empujar a su titular a la orilla de la foto, pero la realidad es que el gobierno de Estados Unidos compartió la información para la segunda recaptura de Joaquín Guzmán Loera sólo con la Marina, como habitualmente sucede.

Las dos recapturas del Chapo fueron posibles gracias a la investigación, más que a la fuerza bruta. Y las dos fugas del narcotraficante fueron posibles gracias a la corrupción, tanto como sus dos sexenios de impunidad en libertad.

Es un golpe muy importante del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto que hace ver que puede en seis meses hacer que las instituciones funcionen. Pero al mismo tiempo, la fuga de julio pasado deja hoy en claro que la corrupción y la falta de Estado de Derecho son también el lado oscuro del actual gobierno.

Hay pues la fuerza institucional para reaccionar con eficacia, pero hay en el fondo un lastre de impunidad, corrupción y desaseo que hacen muy válida la pregunta de ¿para cuándo la tercera fuga del Chapo?

Con la economía puede suceder algo igual: hay las herramientas suficientes para contener en el corto plazo los efectos negativos de la devaluación del peso y del derrumbe del precio del petróleo.

Pero en el fondo, hay pies de barro para enfrentar los tiempos que vienen de hipersensibilidad de los capitales para elegir sus destinos.

La única manera de minimizar los daños es diferenciarse de las demás economías emergentes que hoy se muestran débiles. Rusia, Brasil, Sudáfrica, entre muchas otras economías tienen ahora expectativas muy negativas por su condición fiscal interna, por altos niveles inflacionarios, por crecimientos negativos y porque no tienen una plataforma de cambios estructurales que les permitan tener un piso para generar más actividad económica.

México tuvo el año pasado una inflación históricamente baja y es de los países de su tipo con mejores expectativas de crecimiento; los cambios estructurales hechos hasta ahora generan expectativas positivas. Pero en lo fiscal, en la aplicación del Estado de Derecho, en la generación de confianza interna y la atracción de capitales, hay focos rojos.

Llegó la hora de que México emprenda una verdadera reforma fiscal que deje de una vez por todas la dependencia del petróleo en la historia.

Es momento de que el gobierno federal aplique la cláusula sexta de su acuerdo de certidumbre tributaria que dice que en el periodo que abarca hasta el 30 de noviembre del 2018, el Ejecutivo federal sólo propondrá modificaciones fiscales en respuesta a eventos macroeconómicos sustanciales.

Y más les vale que consideren los efectos en las finanzas públicas de los dólares a 18 y de los barriles de petróleo en 24 dólares y su impacto en un gasto petrolizado como un evento macroeconómico sustancial.

Ya tiene un tono amarillo el foco del endeudamiento público y de desequilibrio de las cuentas públicas que tampoco ayuda.

Y así como agarraron al Chapo, hay que pescar al dólar para que no se nos escape y nos haga un boquete mayor en las finanzas del país.

Pero más importante: hay que limpiar la casa para que ni la salud macroeconómica ni Joaquín Guzmán se nos vuelvan a escapar por la coladera.