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Cuando el actuario Ernesto Cordero era secretario de Hacienda y Crédito Público, se convirtió en un agasajo para los caricaturistas, un buen tema para los analistas y un motivo de burla para los usuarios de las redes sociales —esos a los que el senador Fayad considera enemigos del Estado—, al afirmar que “las familias mexicanas pueden pagar automóvil, renta y colegiaturas con 6,000 pesos mensuales” (nota de El Economista del 22 de febrero del 2011).

Pero si los 6,000 pesos de Cordero fueron motivo de crítica a priori y, de chacota, a posteriori, yo me pregunto ¿qué causó en el ámbito local y qué producirá a nivel nacional la declaración del secretario de Desarrollo Social en el estado de Tamaulipas, don José Antonio Martínez Torres, quien, según información del portal virtual de noticias Reporte Noroeste, el pasado 27 de octubre, declaró —y lo dijo en serio— que con 320.25 pesos —nótese la exactitud de su cálculo— basta, aunque no sobre —derrochadores, absténganse— para que sobreviva durante siete días o hasta más —oh, ¿por fin?— una familia promedio de las que viven en cualquier zona urbana del estado, ya que es precisamente una cantidad así la que tendría —condicional simple que se vuelve pretérito en cuanto cobras— que servirle para surtir una canasta que abastezca su hogar en dicho período. Esto es si una familia tiene ingresos por 320 pesos con 25 centavos a la semana, y quiere decir que diariamente ingresa a ese hogar la cantidad de 45 pesos con 75 centavos.

Cualquiera puede pensar que don José Antonio Martínez Torres, al hacer la precitada declaración, no estaba en sus cabales. Tal vez había ingerido unas, dos que tres copitas para darse valor de decir tamaña pendejada. Esto último lo dudo porque tengo frente a mí una fotografía del mencionado acompañado de dos señoras y dos señores, a los que imagino funcionarios que presidían el acto en el que el susodicho expresó su declaración y el sujeto de estas letras minúsculas tiene frente a sí sólo un vaso con hielo y una Coca Cola de dieta.

Tan descabellada es su declaración que podría darse el caso de que alguien pensara que el funcionario de la Sedesol estatal, se adelantó a su tiempo y antes de la legalización del consumo de la mariguana se dio las tres de un chuby de cola de borrego huasteca; cosa que no me atrevo a negar porque desde que existe en el Photoshop una aplicación que quita lo rojo de los ojos: caras vemos mariguanos no sabemos.

A leguas se nota que el señor Martínez Torres es un experto en materia de precios en alimentos y similares. En la misma nota que estoy comentando leo que aseguró que una persona que vive en el campo tamaulipeco puede llegar a subsistir —siempre y cuando no sea víctima de algún cártel, pienso—, como cualquier persona de escasos recursos económicos (sic), con solamente 898 pesos mensuales, esto es: 224 pesos con 50 centavos por semana o lo que es lo mismo: poco más de 30 pesos diarios —lo que sea de cada quien, para las matemáticas es un chingón.

Ahora cambio de página. En Internet, contacté la del periódico virtual Info Red Tamaulipas, donde me llama la atención una nota con el siguiente cabezal: “¿Cuánto ganan nuestros funcionarios?”. Me informo sobre lo que gana el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Martínez Torres, quien obtiene por mes 19,992 pesos, más 919 pesos en apoyo de becas, más 115,000 pesos por compensación. Lo cual hace un total de 135,911 pesos los que el funcionario se lleva a su casa cada 30 días.

Ahora bien, si don José Antonio maneja la economía familiar con el mismo criterio con el que declara que 320 pesos con 25 centavos son suficientes para que una familia sobreviva durante una semana —es decir, con 1,281 pesos al mes—, en cualquier zona urbana del estado, el señor, luego de mantener a su familia con la sensatez que aconseja —sólo gasta 1,281 pesos mensuales—, ahorra 134,630 cada mes. Multiplique está cantidad por 12 meses y se dará cuenta que el optimista funcionario ahorra 1 millón 615,560 pesos al año. Si esta cantidad la multiplica por seis años se dará cuenta que puede ahorrar 9 millones 693,360 pesos únicamente en un sexenio. De ahí que la lógica nos indique que un político del rango de don José Antonio con sus ideas económicas sobre la manutención de su familia, aquí ya manifestadas, no necesita robar ni un centavo del erario para volverse millonario. Le basta con ahorrar su sueldo siempre y cuando viva en casa propia y que mediante un “diablito” se haya pegado a la energía eléctrica del alumbrado público; debido a su alto cargo en el gobierno del estado no pague agua; con los 1,281 pesos mensuales compra ropa en abonos y su familia consta de una esposa que como no le habla, por avaro, todos los días come en casa de su mamá —de la mamá de ella, no de él—. El matrimonio procreó dos hijas que son anoréxicas y van a escuela de gobierno.

José Antonio, como buen político, todos los días traga sapos.