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El día de hoy se dará a conocer la antepenúltima decisión de política monetaria del año de Banco de México (Banxico).

El mercado da por un hecho que el banco central subirá la tasa de interés de referencia en un cuarto de punto para ubicarla en 4.75 por ciento.

Esto es evidente, tanto en la encuesta de analistas de Citibanamex donde el 90% de los encuestados esperan el incremento; como en el mercado de tasas –en la subasta semanal de valores de este martes el Cete a 28 días se colocó en 4.69 por ciento.

Este incremento, que muy probablemente se dará por votación dividida, será el tercero de este ciclo de alzas que comenzó en junio y que en la opinión de este columnista todavía tiene camino por recorrer.

La atención del mercado estará en el tono del comunicado buscando señales sobre la trayectoria futura de las tasas de interés. En este aspecto el mercado está aún dividido. Aunque la mayoría (aproximadamente 72% de los analistas que respondieron la última encuesta de Citibanamex) espera por lo menos un incremento adicional de un cuarto de punto antes de la conclusión del año, poco más de la mitad de esta mayoría anticipa dos alzas adicionales mientras que el resto espera un solo incremento.

En el caso del mercado de tasas, las apuestas parecen inclinarse más hacia el escenario de dos incrementos –el Cete a 91 días se colocó a una tasa de 5.13% en la subasta semanal del martes. Aunque las minutas de la última reunión de política monetaria en agosto mostraron un tono restrictivo, también mostraron un intenso debate entre el ala más ortodoxa de la Junta de Gobierno (el gobernador Díaz de León y los subgobernadores Irene Espinosa y Jonathan Heath) y el ala dovish (los subgobernadores Galia Borja y Gerardo Esquivel).

El ala dovish argumenta, al igual que la Fed, que el incremento inflacionario es temporal y que las expectativas de inflación de largo plazo se mantienen bien ancladas por lo que no es necesario modificar la postura monetaria. Mientras que el ala ortodoxa argumenta que la inflación ha venido superando ampliamente las expectativas del mismo Banxico y que el ajuste en la postura monetaria se hace precisamente para prevenir un deterioro en las expectativas de inflación de mediano y largo plazos.

En la opinión de este columnista, el fenómeno inflacionario a nivel global no será tan transitorio como quisiéramos y México no será la excepción. En este sentido, es muy probable que las presiones en la inflación general y subyacente en México no cederán hasta la segunda mitad del 2022.

Si además sumamos el otro factor fundamental en el proceso de toma de decisiones de Banxico, la postura monetaria relativa a Estados Unidos, se antoja imposible que el banco central se quede de brazos cruzados ante el inminente inicio del proceso de normalización de la Fed.

De la última decisión de política monetaria de Banxico en agosto a la fecha, la Fed ha ido modulando su discurso con un tono menos acomodaticio, preparando al mercado para el inicio del tapering hacia finales de este año y un posible inicio de alzas graduales en la tasa de interés de referencia hacia finales del 2022 o principios del 2023.

En el escenario más favorable, la inflación en Estados Unidos se mantendría presionada pero dentro de los rangos pronosticados por la Fed y el ciclo de alzas comenzaría en el 2023. Sin embargo, si la inflación sigue superando las expectativas, es muy posible que la Fed se vea obligada a adelantar su ciclo de alzas a la segunda mitad del 2022 (una vez que concluya el tapering).

En este entorno, y con la inminente reconfiguración de la Junta de Gobierno a partir de enero del 2022, Banxico –cuyo mandato único es la estabilidad de precios a diferencia de la Fed que tiene un mandato dual de pleno empleo y estabilidad de precios– haría bien en ratificar que estamos en un ciclo de alzas que todavía tiene camino por recorrer a menos de que la inflación ceda inesperadamente.