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La primera respuesta es porque la 4T está dispuesta a regresar al pasado a este país al costo que sea.

Pero más allá de las motivaciones ideológicas que nublan cualquier viso de sentido común en el presidente Andrés Manuel López Obrador y asesores que le acompañan, vale la pena considerar por qué usa esta figura que tanto detestaba de los gobiernos que gusta calificar de neoliberales, de la iniciativa preferente.

Si algo ha demostrado López Obrador es que no le gusta salirse de su trazo original. Como una fila de hormigas cuando encuentra un sendero cortado, la 4T no sabe corregir o rectificar así sea ante una pandemia y una crisis.

Lo que el Presidente concibió durante sus campañas presidenciales, ese pretendido regreso a las glorias del México de mediados del siglo pasado, es como un texto sagrado que parece destinado a cumplir al pie de la letra.

En esas, sus escrituras, todas las modificaciones legales que sí pensaba hacer López Obrador estaban planeadas para la segunda mitad de su administración, una vez pasadas las elecciones intermedias.

Tiene contemplada, y está escrito, una reforma fiscal de lo que podemos esperar lo peor. Pero también, entre sus planes concebidos mucho tiempo antes de asumir el poder, estaba el regreso al México energético del siglo pasado, al de aquellos años cuando Manuel Bartlett era un vigoroso político priista en plenitud.

Sólo que en ese México que vive en la imaginación presidencial, ese de la autosuficiencia energética, del crecimiento anual de 4% y el del fin del crimen porque todos le hicieron caso al Presidente de portarse bien, en ese México también imaginaba una mayoría absoluta ratificada en las elecciones del próximo 6 de junio.

Pero ese mundo imaginario está muy lejos de la realidad, no hay una sola meta cumplida de todas las enumeradas en su plan de gobierno y otra expectativa que puede fallar de manera contundente es aquella de alzarse con la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones a celebrarse dentro de cuatro meses.

Pero como eso de regresar al fracasado modelo del monopolio del Estado en materia energética es una obsesión, va con todo a por ello.

Y esa figura de la iniciativa preferente, tan de priistas y panistas de aquellos gobiernos neoliberales del pasado, es la única que por ahora le garantiza que la actual mayoría absoluta que tiene en San Lázaro pase rapidito y con los ojos cerrados cualquier bodrio que envíe el Ejecutivo, como lo es la iniciativa preferente en materia de energía eléctrica que ahora están obligados a procesar.

Con la misma actitud sumisa con la que la habrán de aprobar, sin duda, la mayoría del Presidente en la Cámara de Diputados, lo harán sus serviles senadores. Siempre y cuando todas las barbaridades que se propongan se mantengan lejos de los cambios a la Constitución.

El mensaje que se confirma es que a cualquier costo la 4T quiere regresar a México a un pasado de fracasos. Pero también queda claro que ya no están tan confiados en mantener esa mayoría legislativa que les permita tan fácilmente continuar con esta destrucción.