Gustan de estirar la liga al máximo para ver quién cede primero en sus demandas. Solo que en este juego de la gallina ciega pueden ocurrir dos cosas, generar incertidumbre en los mercados y que llegue el día que se les pase la mano
Demócratas y Republicanos están jugando a la ruleta rusa, pero lo hacen apuntando a los ciudadanos de su país y a los mercados de todo el mundo.
Desde el 19 de enero pasado Estados Unidos alcanzó su techo de endeudamiento de 31.4 billones de dólares. A partir de esa fecha lo que ha hecho el Departamento del Tesoro, a cargo de Janet Yellen, es administrar los dólares disponibles para no caer en incumplimiento de pagos.
No es cuestión de que la economía más grande del mundo no tenga la capacidad de emitir más deuda, porque si alguien tiene capacidad de recomponer sus pasivos y balancear sus cuentas es sin duda Estados Unidos, que posee el monopolio de la fabricación del dólar.
Pero esa constante batalla por la liberación de más espacio para el endeudamiento ha sido una herramienta política de unos y otros, demócratas y republicanos, para obtener alguna ventaja de sus adversarios.
Gustan de estirar la liga al máximo para ver quién cede primero en sus demandas. Solo que en este juego de la gallina ciega pueden ocurrir dos cosas, generar incertidumbre en los mercados y que llegue el día que se les pase la mano.
La secretaria Yellen, desde enero pasado, hizo cuentas de que los recursos disponibles, ya con la aplicación de algunos recortes al gasto, daban a la titular del Tesoro margen de no caer en default hasta el 1 de junio.
Para eso faltan 15 días y la propia Yellen reconoce que pueden fallar las cuentas de esos dólares disponibles y antes de esa fecha podría tener que anunciar que no hay con qué pagar, lo mismo obligaciones laborales que a sus acreedores financieros.
Lo que los republicanos quieren es que el gobierno de Joe Biden haga recortes en el gasto de algunos de los programas emblemáticos de los demócratas. Desde La Casa Blanca insisten en rechazar que el incremento al techo de la deuda por parte de la mayoría republicana esté condicionado a la aplicación de un recorte presupuestal.
Y en eso están, atorados. El viernes pasado se había programado una reunión entre el propio presidente Biden y Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes y líder de la mayoría republicana, pero la reunión se canceló.
Prometen que esta semana se llevará a cabo ese encuentro a la par de que ambos partidos mantienen negociaciones para lograr un acuerdo político que impida una gran crisis financiera.
Janet Yellen lo ha advertido un día sí y el otro también, no quitar ese techo a la deuda puede implicar un grave riesgo para toda la economía estadounidense.
Pero con Joe Biden preparando su campaña de reelección y con una larga lista de republicanos radicalizándose para arrebatar la bandera electoral, incluido Donald Trump, pinta complicada que tengan como prioridad la estabilidad de su país.
Seguro que unos y otros creen que alguno de los dos tendrá que salirse del camino antes del choque frontal y que habrá un nuevo techo de deuda que reactive las finanzas estadounidenses.
Pero juegan tan cerca de la orilla que algo puede salir muy mal y comprometer el sistema financiero de la economía más grande del mundo a niveles de una crisis de confianza sin precedentes.