Un poder desmedido y desarticulado. El nueve de febrero pasado destacó que la plana mayor de Morena le dio la espalda a Sheinbaum en el Zócalo por tomarse fotos con el hijo de López Obrador. La presidenta pasó de largo frente al grupo
La 4T tiene un poder casi absoluto y eso entraña un peligro. A diferencia del poder del viejo PRI, este carece de orden. Ni a sus 24 gobernadores controla: les dio 13 mil millones de pesos para la elección judicial, y fueron incapaces de mover a su voto duro.
Es de primaria saber que, un estado autoritario, no solo tiene poder autoritario, sino que también asume la responsabilidad de cada aspecto de la vida de la sociedad: ya que va a controlar a la sociedad, tiene que saber qué rayos quiere hacer con el poder.
Pero la 4T no parece tener idea. La CNTE fue aliada decisiva para su triunfo en 2018. Pero la CNTE la tiene bajo chantaje hace tres semanas y hasta impidió una conferencia matutina de la presidenta: la 4T mantiene a la CNTE, pero tampoco a la CNTE puede controlar.
La revista Proceso investigó que, en el reciente asesinato de dos figuras de la 4T en CDMX “se perfila una agresión política en torno al partido en el poder”. La fiscal capitalina, Bertha Alcalde, deja abierta la posibilidad de que se trate de un asesinato político.
Ayer, The Wall Street Journal publicó que, una parte de la responsabilidad del pésimo resultado electoral de Morena en las elecciones del domingo, recayó en Andrés López Beltrán, hijo del ex presidente López Obrador y organizador de Morena.
“Morena se vio obligado a depender del voto de la clase trabajadora movilizada por López Beltrán, beneficiarios de los vastos programas del gobierno”, escribió. Pero de 40 millones de beneficiarios, sólo motivó a votar a unos 10 millones.
Una lectura del fracaso del hijo de López Obrador es que sus enemigos dentro del grupo político en el poder le esfumaron el “voto duro”: traiciones internas en las tribus de Morena y en su aliado histórico, el Partido del Trabajo.
Ni López Obrador puede controlar que se cumpla su legado: que su hijo asegure el nacimiento de una nueva dinastía familiar política mexicana. “Andy se convirtió en el líder adjunto de Morena el último día de la presidencia de su padre”, apunta TWSJ.
Mucho poder, pero Morena hizo un papel vergonzoso: gastó 13 mil millones para una participación baja y sus votantes no sabían cómo ni por quién votar. Además, gastó mucho más en las elecciones de Durango y Veracruz, y una menguadísima oposición le ganó.
Un poder desmedido y desarticulado. El nueve de febrero pasado destacó que la plana mayor de Morena le dio la espalda a Sheinbaum en el Zócalo por tomarse fotos con el hijo de López Obrador. La presidenta pasó de largo frente al grupo.
Sí: tienen poder casi absoluto, pero un poder sin orden.