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¿Cuántos escándalos necesitamos para tener una ley que ordene la competencia por atraer inversión entre estados?

El exgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, enfrentará un proceso por los incentivos que entregó indebidamente a la empresa automotriz coreana Kia. El juez determinó que hay elementos para llevar a juicio al exmandatario, debido a que el éste actuó dolosamente al entregar apoyos por 3,600 millones de pesos a la empresa asiática establecida en el municipio neoleonés de Pesquería.

Rodrigo Medina es el primer exgobernador que será juzgado por algo que es una práctica generalizada: son muchos los estados que compiten al margen de la ley para quedarse con inversiones espectaculares. ¿Deberían ir a juicio otros gobernadores por acciones similares a las de Medina?

La opacidad de los apoyos a la industria automotriz es una de las grandes manchas del boom automotriz en México. Se han captado inversiones por alrededor de 23,000 millones de dólares. La cifra es espectacular, pero no cuenta toda la historia. Para ponerla en perspectiva, sería bueno saber cuánto hemos gastado para traer esas inversiones. ¿Es más, igual o menos de lo que ofrecen otros países? Esta cuestión es clave para saber qué tan competitivos somos. Sabemos de la alta productividad de los trabajadores mexicanos y de la calidad de su trabajo. Sabemos, también, que México tiene un sistema de proveeduría de clase mundial. Eso parece no contar. Hay que tirar la casa por la ventana para que se instalen en México.

¿Cuánto sabemos de los incentivos que se dan a las inversiones automotrices en los estados? Muy poco, casi nada. Un velo de misterio cubre estas inversiones. El día que se anuncian, se habla de los empleos que se generarán; de las empresas proveedoras que se impulsarán y del número de vehículos que se producirán. Nada se menciona de los recursos gastados por el Gobierno para hacer realidad esa inversión.

Por todo lo anterior, es muy sana la crisis generada por la administración del Bronco en Nuevo León, en torno a los incentivos ofrecidos a Kia. Sirvió para hacer del conocimiento público lo que otorgó el Gobierno de Rodrigo Medina a la armadora coreana. Esta crisis entregó también una ofrenda al Dios del Escándalo: una parte de los estímulos terminó en la bolsa de gente cercana a Rodrigo Medina. Ellos aprovecharon la información privilegiada para hacer negocios con los terrenos donde se instalaría Kia. Compraron en 30 millones de pesos. Vendieron en 160 millones, tres meses después.

El sigilo tiene sentido mientras dura la negociación. Una vez que hay acuerdo, la información debe ser pública, porque se trata de recursos públicos. Mantener los detalles del apoyo en secreto fomenta la corrupción, porque beneficia a quienes tienen información privilegiada.

La difusión de los estímulos es uno de los mejores mecanismos para poner fin a una competencia autodestructiva entre los gobiernos estatales. Casi todos quieren una planta automotriz y están dispuestos a hacer todo, con tal de no perder. Las automotrices aprovechan esa competencia para hacer una “subasta” con todas las ventajas de la opacidad a su favor.

Se necesitaron muchos escándalos para tener una ley de disciplina financiera de los estados y otra ley que crea el sistema nacional anticorrupción. ¿Cuántos necesitamos para tener una ley que ordene la competencia por atraer inversión entre estados?