Elecciones 2024
Elecciones 2024

Con un candidato triunfante elegido por los mexicanos, que decidieron que los gobierne durante los próximos seis años.

Las coaliciones de partidos que se unieron –más allá de los principios que postulan sus diferentes institutos políticos- con el fin de llegar a la Presidencia de la República, quedarán como un espejo hecho añicos.

Durante las campañas, ¿cuál de los aspirantes a gobernar este país, representaba las aspiraciones del pueblo de México?

Los candidatos: al principio fueron cinco, pero Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa de Felipe Calderón, renunció porque no creció y quedaron cuatro: Ricardo Anaya, José Antonio Meade, Jaime Rodríguez Calderón y Andrés Manuel López Obrador, quienes, en su mayoría no aterrizaron en la realidad del país, no lo vieron y porque no lo conocen no se percataron que los mexicanos quieren un cambio de régimen, una reorientación en la conducción de un gobierno que los tome en cuenta pues estos electores son los que despertarán la exaltación del nacionalismo.

Los candidatos perdieron mucho tiempo armando sus equipos, gastando miles de millones de pesos en la contratación de empresas nacionales y extranjeras para que les cuiden la imagen.

Se pasearon por lugares más cómodos acompañados por una cauda de empleados que no aportan nada pero si cobran, además sostienen un “cuarto de guerra“ costosísimo que desde el escritorio diseñan cada etapa de la campaña y contratan encuestadores que les son afines.

En los llamados debates, que para nada se parecen a eso, más bien tuvieron formatos tipo camisa de fuerza con preguntadores profesionales que enmarcaban más un programa de entrevista que  fueron poco redituables a los aspirantes pues, muchas descalificaciones mutuas, pocas propuestas e ideas orientadas al mejoramiento de calidad de vida de los 120 millones de mexicanos  que demandan solución a sus muchos y graves problemas.

En el último programa de estos, el candidato Meade del Frente Todos por México, se lució al señalar a Ricardo Anaya como el “¡indiciado!”.

¡Vaya candidato! Con esas afirmaciones falsas producto de su prepotencia e ignorancia!

En fin, que unos decían mentiritas y otros mentirotas, el tiempo corría y los electores esperando oír algo que les convenciera y emocionara.

Nada de eso se dio, en los tres programas que hubieran sido una oportunidad para aportar y confrontar ideas y soluciones de fondo para los problemas que aquejan a una sociedad cansada e iracunda, sumida en el desencanto, la impotencia, la frustración y el enojo.

La razón de ese desencanto generalizado tiene sus raíces en la toma de acciones y decisiones erróneas  que  tomo el actual gobierno del  Presidente Enrique Peña Nieto en materia de política, económica y de justicia social, además del nivel de corrupción e impunidad que desgarran a este país.

Un gobierno que destina 1.5 billones de pesos en poco más de seis mil programas asistenciales, la mayoría de ellos son alcancías para cubrir el costo de campañas políticas y la presunción del programa Seguro Popular que es un verdadero desastre populista.

En este periodo de campañas electorales abundan las frivolidades y quedan a deber propuestas concretas respecto del Estado de Derecho, de la inclusión de las mujeres al Mercado de trabajo, en cuanto a políticas públicas en materia de salud universal, del desempleo del impulso al campo del mejoramiento al medio ambiente, de apoyo a los adultos mayores y a personas con capacidades diferentes entre otras.

En el tema de la Reforma educativa, no impactó a la mejora en la calidad de la educación. Se quedó solo en una buena idea pues hay cinco millones de niños indígenas sin mesabancos, ni libros, ni escuela, agua, baños y los pocos maestros que incluso les hablan en su lengua original como tzotzil, masahua, tlahuica no reciben con regularidad su raquítico sueldo a tiempo.

A estos niños se les quiere imponer el aprendizaje de la lengua inglesa y a los maestros rurales se les quiere calificar igual que  a los maestros de las zonas urbanas.

Tampoco los candidatos presidenciales tocaron en sus distintas intervenciones el muy serio problema de la deserción escolar, cuando se debe, en gran medida, a la falta del ingreso familiar.

¿Y la violencia que azota al país? Asesinatos de policías, militares, civiles y entre estos, miles de niños caen por balas perdidas en los fuegos cruzados.

Estos niños asesinados no figuran en las cifras oficiales  de menores caídos  a causa de esta violencia esta inseguridad y está impunidad..

Nada de estos temas fueron planteados en  los supuestos debates.

Lo cierto es que se vive en medio de una desestabilización social de dimensiones altamente peligrosas.

Si este nivel de exacerbación social sigue creciendo al Uno de julio, podría  correrse el riesgo de llegar a la cancelación de las elecciones. Ojalá no se llegue a eso

Lo que si es un hecho es que al amanecer del 2 de julio dejará pedazos de partidos políticos.

Si no gana Andrés Manuel López Obrador, ¡Se armará una revuelta! ¡Si gana tendrá un país hecho añicos!

El tránsito a otro sexenio, el del presidente Peña Nieto será una historia guardada de un pasado vergonzoso!

No escondamos la realidad: ¡Digamos la Verdad!