Dentro de la espeluznante realidad criminal de nuestro país, el fentanilo es sólo una raya del tigre
No hay nada que discutir en la preocupación por el fentanilo que domina en estos días la visión estadunidense sobre el narcotráfico mexicano.
Como antes con la cocaína y con las metanfetaminas, los narcotraficantes de este lado de la frontera han dado el salto al fentanilo, una droga más fácil de obtener, de producir, de transportar y de vender, más adictiva y más barata, al tiempo que más rentable en el mercado, y más mortífera.
Los cárteles mexicanos han encontrado la forma de obtener en el mercado mundial, no sólo en China, precursores y pre-precursores del fentanilo.
Han montado laboratorios capaces de producirlo, y han encontrado para la nueva droga un mercado que aterra, con razón, a las autoridades estadunidenses, pues siembra una adicción más rápida entre los consumidores, y deja una mayor cantidad de muertes a su paso.
La presión de Washington es para que México actúe contra las redes del fentanilo, bajo el mismo supuesto de siempre: que el problema de las drogas de allá se arregla reprimiendo la oferta que viene de fuera, principalmente de México.
No hay nada que matizar en la alarma estadunidense por el giro del consumo y del tráfico hacia el fentanilo.
Quien quiera medir su peligro puede leer el informe sobre el mercado de metanfetaminas y fentanilo hecho por Insight Crime (Mayo 2020).
Se calcula ahí que los cárteles mexicanos producen al año entre 3 y 4.5 toneladas de fentanilo puro.
Parecen cifras modestas frente a las 100 toneladas de cocaína que se trafican cada año. Son cifras gigantescas cuando se piensa en la potencia del fentanilo.
Si no muere por una sobredosis, el “usuario regular de fentanilo”, dice Insight Crime, “necesita 4 o 5 gramos al año, equivalente a un sobre de azúcar”.
Por eso el fentanilo es la nueva hidra que desvela a los agentes antinarcóticos de EU. Washington quiere que México ayude a matarla. Tiene razón.
Pero el problema que azota a México no es la hidra del fentanilo, sino la captura de su sociedad por el crimen.
Dentro de la espeluznante realidad criminal de nuestro país, el fentanilo es sólo una raya del tigre.