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Vivimos momentos de angustia por la pandemia del covid-19. Y, sin embargo, no todas son malas noticias. Casi todos los días se anuncia algún avance científico que abre posibilidades de contar con más y mejores herramientas para hacer frente a esta emergencia.

En el terreno del diagnóstico, ya hay pruebas que detectan la enfermedad y comienzan los ensayos para la detección de anticuerpos, a fin de saber si alguien ya fue contagiado y es inmune al SARS-CoV-2.

En lo que respecta al tratamiento, muchos países, México entre ellos, analizan una extensa gama de medicinas. En Europa, uno de los estudios más ambiciosos plantea integrar a 3 mil 200 pacientes de varias naciones de la región.

Se investigan medicamentos contra el ébola (remdesivir), la malaria (hidroxicloroquina), la artritis reumatoide (tocilizumab) y la influenza (favipiravir) que en casos aislados han mostrado efectividad, al menos para frenar las complicaciones del covid-19.

Gilead Sciences, productora del remdesivir, anunció una donación de 1.5 millones de dosis para enfrentar la pandemia. Desde enero, la OMS señaló a este fármaco como el más promisorio por su amplia acción antiviral.

En Nueva York comenzó la experimentación con la transferencia de anticuerpos de personas recuperadas a pacientes graves, un procedimiento que en China reportó resultados favorables. En México, la autorización para este método está en proceso.

Apenas este fin de semana se supo que, en ensayos in vitro, un fármaco antiparasitario disponible en todo el mundo (ivermectina) inhibió casi en su totalidad y en menos de 48 horas al SARS-CoV-2. Sigue ahora la etapa en humanos.

En materia de vacunas, a mediados de marzo se hicieron pruebas a cuatro personas en Estados Unidos. Desde entonces, más de 30 farmacéuticas e institutos de investigación de varios países —incluida la UNAM— trabajan en sus propios proyectos de inmunidad.

No todos los esfuerzos serán fructíferos, pero desde que China hizo pública la secuencia genómica del SARS-CoV-2, los avances han sido enormes. Aunque el desarrollo y las pruebas de las vacunas tardarán al menos un año más, las investigaciones sobre tratamientos seguramente estarán arrojando resultados a mayor velocidad.