El lenguaje no verbal es más importante que las palabras o el discurso, porque nuestro cuerpo nos puede desenmascarar el nervio, el miedo y la inseguridad
La visita de nuestro presidente a Estados Unidos, directamente a la Casa Blanca con el presidente Donald Trump hoy nos trajo al pendiente de los medios para corroborar que no hubiera algún error que nos demeritara.
Es curioso cómo esperamos a que algo terrible pase, o que en verdad alguna acción de nuestro jefe de estado nos coloque en una situación incómoda con el país norteamericano.
Al final, siempre el encuentro entre Jefes de Estado, es una lucha de mensajes directos o indirectos.
La comunicación política en visitas como estas, guarda un estruendoso protocolo para cada uno de los actos, es decir hay formas y hay un libreto que hay que seguir, no hay opción.
Quien recibe, quien visita, quien firma, quien propone, lugares a ocupar, ritmo al caminar, miradas directas, tono de voz y vestimenta.
Una gira de este nivel siempre está resguardada (al menos antes así era) con un equipo de logística, de comunicación, de medios y de protocolo, sin contar con el círculo rojo del presidente y los integrantes del gabinete que deben de estar presentes.
Hoy en el primer día en Estados Unidos con actividades oficiales, vimos a una comitiva un poco desconcentrada y más emocionada por estar en La Casa Blanca y cercana al poder norteamericano.
Sin duda, me queda claro que la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene un gran equipo de trabajo y podría decir que es una de las secretarías mejor conformadas por gente especializada en el tema y sobre todo con mucha experiencia.
Hubieron muchas fotos el día de hoy, nada de qué preocuparnos, a excepción de la escena donde Andrés Manual se enfrenta ante el magnánime de Abraham Lincoln, y lo digo así porque quien lo fotografió pensó más en una foto turística que en una imagen que empoderara a nuestro presidente o directamente a su jefe.
Esta foto que hoy les comparto, no fue muy publicada, la tomó el equipo de fotógrafos de La Casa Blanca y vemos a el López Obrador rompiendo el protocolo, olvidándose que es el Presidente de un país que está en visita oficial de otro país, y que está de invitado y sobre todo que debería de estar en una postura de atención total.
¿Qué es lo que vemos? Vemos a un presidente recargado totalmente en el sillón amarillo, cediéndole todo el poder a Donald Trump. La postura correcta es estar sentado en la orilla del sillón para mantener el cuerpo erguido y estar al tú por tú, sin embargo, él se relajó, se recargó como si estuviera en su casa, se abrió el saco sacando la corbata, abriendo las piernas y sonriendo.
Podrán decirme que lo que veo no es tan importante, pero lo es. No es lo mismo una persona que da un discurso echado completamente hacia atrás de un sillón, que quien lo hace sentado a la orilla, manteniendo pecho y espalda firme, obligando por mera inercia física la barbilla levantada y el rostro de frente.
Tal ejemplo lo podemos ver en el Secretario Marcelo Ebrard y el propio Donald Trump. Con esto no me sumo a criticar al presidente en su visita, intento explicarles que existen formas en cómo desenvolverse en una situación de este nivel, que en la política nada es espontáneo o por que sí.
El lenguaje no verbal es más importante que las palabras o el discurso, porque nuestro cuerpo nos puede desenmascarar el nervio, el miedo y la inseguridad.
La fotografía del encuentro del presidente López Obrador con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y sus respectivos equipos deja claro que quien tuvo el poder de inicio a fin fue la delegación norteamericana, pero sin duda, el secretario Marcelo Ebrard también se encargó de que México no se viera débil, recargado en el respaldo del sillón, y eso se le debe de reconocer.
