Y tan no lo son que los mexicanos requerimos de visa para ir a ese país, pero los estadunidenses pueden entrar a México y salir como Pedro por el patio de su casa, sin que se les imponga un permiso previo
Le preguntan a la presidenta Claudia Sheinbaum lo que piensa de que Estados Unidos le abre las puertas a la familia de Joaquín El Chapo Guzmán y al mismo tiempo le cancela su visa a la mandataria morenista de Baja California, y responde que ya le pidió al gobierno de ese país informarle y explicarle su actitud.
Nada le responderán. Igual ocurrió con los reclamos de su antecesor sobre el secuestro y extracción de Ismael El Mayo Zambada.
También le plantean a Sheinbaum un sinsentido: que EU protege a la familia de El Chapo aun cuando clasificó a su organización criminal como “terrorista”.
Pues sí, pero nada indica que los 17 emigrados formen parte del cártel de Sinaloa.
Sobre la cancelación de la visa a Marina del Pilar Ávila, el Departamento de Estado, a través de su embajada en México, aclaró que “los registros de visas son confidenciales según la ley estadunidense; por tanto, no podemos discutir los detalles de cada caso de visa”.
El desconfiable y abusivo ex gobernador de Baja California, sin más “prueba” que un narcomensaje del cártel Jalisco Nueva Generación, llegó a decir en la tribuna del Senado que Marina “traicionó su pacto” con la delincuencia para formar y encabezar su propia banda.
López Obrador entonces, como ahora Claudia Sheinbaum, le dio todo su respaldo a la señalada.
Sin embargo, llama la atención que tanto el partido como el resto de los gobernadores de Morena guarden un sospechosista silencio.
De los familiares de El Chapo se sabe que el grupo se entregó al FBI y que entre ellos figuran dos menores de edad y la madre de Ovidio y Joaquín, quienes han venido negociando las entregas y delaciones con las agencias estadunidenses.
Sin conocer las razones específicas del gobierno estadunidense para cobijar a la familia de los Guzmán, lo menos que puede inferirse es que una de ellas es ponerla a salvo del riesgo de ser asesinada en la guerra entre la chapiza y la mayiza que se libra en Sinaloa.
Todo indica que el “desvisadero” continuará (cunde el chisme de que hay más gobernadores, legisladores, políticos y funcionarios —y no solo obradoristas— en una supuesta lista).
De lo que no hay duda es de que EU no responderá las inquietudes de la Presidenta, a la que tan caballerosamente describe Trump, pero que no complacerá por más que ella invoque respeto, colaboración, coordinación y soberanía.
Tampoco a su recordatorio de que “ellos han dicho que no negocian con terroristas”, porque aquí no aplica el delito de portación de familia prohibida.
En ese sentido, también es un hecho la intervención virtual de EU en México, no por métodos tradicionales y convencionales, sino con efectivas medidas pragmáticas contra las que México y su gobierno no ha podido hacer nada ni podrá, entre otras razones porque los gobiernos implicados no son iguales.
Y tan no lo son que los mexicanos requerimos de visa para ir a ese país, pero los estadunidenses pueden entrar a México y salir como Pedro por el patio de su casa, sin que se les imponga un permiso previo…