De los presidenciables morenistas, Gerardo Fernández Noroña era el más cercano a Muñoz Ledo. En ese caso, el alumno nunca superará al maestro
Personaje imprescindible de la transición mexicana, Porfirio Muñoz Ledo quiso —sin éxito— marcar el hito de haber dirigido cuatro partidos políticos nacionales. El método —que no la encuesta— algorítmico impidió hace dos años que llegara a la presidencia de Morena.
Sin cargo partidista ni curul ni artículo de opinión en El Universal; aislado, por designios de Mario Delgado, el veterano político guanajuatense enfocó su energía a la consolidación de la fundación que adoptó su nombre —antes se llamada Nueva República— y al ejercicio pleno de la libertad de expresión en su revista dominical, en la televisión mexiquense.
De vuelta a la oposición. Nunca desertó del sueño de ser presidente de México. Con Joe Biden en la Casa Blanca, en la ruta por la reelección, rememoraba a Winston Churchill cuando convocó a su último gabinete: “Escojo a ministros de ochenta años, porque los de noventa ya se están muriendo”.
AMLO no lo consideró para sumarse al selecto grupo de mujeres y hombres que dieron rostro a la Cuarta Transformación, aunque —en claro reconocimiento a sus aportaciones a la lucha democratizadora— dejó que le entregara la Banda Presidencial, el 1 de septiembre del 2018.
Tres años después, Muñoz Ledo volvería a la senda de la oposición al régimen. Ya fuera por viejos agravios o los recientes atropellamientos, hizo severos señalamientos contra las “aspiraciones absolutistas” del Ejecutivo federal y sin tapujos denunció al narco gobierno rampante.
Sin tapujos, el exlíder parlamentario, promotor de la reforma del Estado y una nueva Constitución —sus dos grandes pendientes— repudió la propuesta morenista de reforma electoral. “El presidente debe ser procesado ante la Corte Penal Internacional. Tenemos el derecho a revelarnos contra la opresión”, clamó.
En la última etapa, Muñoz Ledo impulsó la conformación de un Frente Democrático Nacional, de corte ciudadano, que podría articularse con los partidos de oposición para competir contra Morena y el oficialismo en el 2024.
¿Y para Morena? La reedición de una “corriente democrática” que siguiera la ruta de la disidencia que hace 35 años llevó a Porfirio, Cuauhtémoc Cárdenas, Rodolfo González Guevara y otros cuadros a la oposición.
El dedazo y la cargada que apuntalaron al salinismo ahora se materializan en el corcholatismo y el burdo favoritismo hacia la exjefa de Gobierno. Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard fueron los destinatarios del último exhorto de Muñoz Ledo.
“Deberían formar una corriente democrática de Morena, como nosotros la creamos en el PRI y, en su caso, un Frente Democrático Nacional, aliado a otros partidos. Siguiendo de corcholatas sólo se degradan”.
¿Llamamiento o indiscreción? Muñoz Ledo confiaba en que el exsenador y el excanciller conformarían un ala disidente en Morena y que estaban en conversaciones con otros partidos para saltar de una Corriente Democrática a un Frente Democrático Nacional.
De los presidenciables morenistas, Gerardo Fernández Noroña era el más cercano a Muñoz Ledo. En ese caso, el alumno nunca superará al maestro…