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Cuando la Unión Soviética llevaba una gran ventaja en la carrera espacial, el presidente John F. Kennedy le pidió al director de la NASA redoblar esfuerzos para que fueran estadunidenses, no rusos, los primeros en pisar la Luna. Wernher von Braun le respondió que la petición era tan descabellada como pretender embarazar a nueve mujeres para que dieran a luz en un mes. No obstante, el padre de los cohetes V1 y V2 con que Alemania consiguió bombardear a Inglaterra era tan fregón que consiguió la hazaña.

Ignoro qué mexicano será capaz de construir la refinería en Dos Bocas en un máximo de tres años, sin rebasar el gasto de 8 mil millones de dólares, pero cruzo los dedos para que no sea el contratista de mayor confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador, José María Riobóo, autor de los planos originales del remiendo a la base aérea militar de Santa Lucía en que no se tomó en cuenta la existencia del Cerro de Paula que modificará el proyecto y elevará los costos, padre del axioma “Los aviones no chocan, automáticamente se repelen”, y cuyo segundo en su empresa tiene a su cargo la obra.

Tampoco sé la razón de que el mandatario anunciara como “una buena noticia” la decisión de declarar desierta la licitación restringida a las cuatro empresas del ramo que había presentado como “las mejores del mundo”, ya que su sorpresivo “plan B” deja en manos de Pemex y la Secretaría de Energía la ejecución de los trabajos.

“Estaban pidiendo mucho, se pasaron de los 8 mil millones de dólares y en el tiempo de construcción”, justificó el Presidente, y anunció que la obra comenzará el 2 de junio. “Se van a crear 100 mil empleos en la construcción y va a estar terminada para mayo de 2022. ¡Me canso, ganso!”, se ufanó.

Una de las empresas invitadas declinó participar en la licitación, las otras calcularon los costos entre 10 y 12 mil millones de dólares, y solo una de éstas afirmó que podía terminarla en el plazo requerido.

Con Joaquín López-Dóriga en Radio Fórmula, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, quien ha quedado a cargo de coordinar los trabajos, dijo que las refinerías de Cadereyta y Salina Cruz se construyeron sin recurrir a extranjeros. Sí: en pleno neoliberalismo lopezportillista.

El bochornoso caso hace imaginarme queriendo un automóvil a todo dar. Se lo planteo a Rolls Royce, Ferrari, Mercedes Benz y Audi. Les digo que me lo entreguen en determinado plazo y que mi presupuesto máximo es de cierta cantidad. La primera se disculpa (flemática pero cortésmente); la segunda me cobra 50 por ciento más de lo que tengo presupuestado; la tercera y la cuarta pretenden 20 por ciento más, y solo una de éstas promete que me entregará el coche en la fecha que se me ocurrió. Desisto entonces y recuerdo que hay talleres mexicanos capaces de hacer lo mismo.

Lo decía en un comercial de ron Anthony Quinn: “Si las cosas buenas de la vida fueran fáciles, cualquiera las haría…”.

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