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El secretario de Estado Rex Tillerson ha dicho al fin la verdad que millones de mexicanos y miles de observadores querían oír sobre la guerra contra las drogas que nos llena de sangre.

Ha dicho que la causa fundamental de la violencia en México y de las muertes por sobredosis en Estados Unidos es la demanda de los compradores estadunidenses, el potente y hasta ahora irreprimible mercado de los consumidores americanos.

Lo han dicho antes otros gobiernos y otros funcionarios de aquel país, aunque no sé si con esa claridad meridiana. Tillerson dijo textualmente:

We Americans must own this problem. It is ours. There is no other market, it is all us. But for us, Mexico wouldn’t have a transnational organized crime problem (http://abcn.ws/2q42oYx).

Traduzco: “Debemos asumir este problema. Es nuestro. No hay otro mercado, solo nosotros. Si no fuera por nosotros, México no tendría un problema de crimen organizado transnacional”.

El colega de Tillerson, John Kelly, secretario de Seguridad Interna, completó el argumento. Dijo que mientras no baje el consumo en Estados Unidos, we are fighting a losing battle on the border (“estamos librando una batalla perdida en la frontera”).

El secretario Tillerson y el secretario Kelly han llegado al fondo del problema y han tenido el valor político de decirlo con todas sus letras. No hay sino que reconocerlos por eso.

Los mexicanos solemos ir al mismo punto diciendo que en esta guerra perdida de las drogas   Estados Unidos pone a los consumidores y México a los muertos.

Yo diría que de estas premisas comunes debería seguirse una revisión de la estrategia seguida hasta ahora en la batalla. Sería absurdo insistir en más de lo mismo mientras el mercado no cambie.

No hace falta redoblar el esfuerzo, como quiere la embajadora Jacobson, sino replantear la estrategia, como sugieren las premisas de los secretarios Tillerson y Kelly.

Creo no exagerar si digo a los secretarios del país vecino que México espera ansiosamente ese cambio en la política de drogas, un cambio indispensable que solo ellos, hay que decirlo, pueden implantar al sur de su frontera.

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