La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, encabeza una de las familias privilegiadas que están en la cúspide de la burocracia dorada del régimen
Para muchos, lo atractivo del criterio público de Marco Rubio sobre México es que López Obrador no fue un buen socio de Estados Unidos. Pero lo interesante, no es lo valioso del criterio público del próximo Secretario de Estado. Lo significativo es que “México es un socio importante de Estados Unidos, el país, sus instituciones”.
Pero desde 2018 México no es un país de instituciones autónomas, como exige Estados Unidos a sus socios. Y Estados Unidos es socio de quien decida Estados Unidos. Igual que México: a partir de ahí, ninguno se puede quejar de las decisiones del otro.
El viernes, la presidenta Claudia Sheinbaum aclaró sin tapujos que México es, desde 2018, un país diferente al socio al que aspira Estados Unidos, y al que evalúan las calificadoras globales Moody’s, S&P y Fitch: “Desde 2018 el modelo de México cambió”.
Pues ya la presidenta recibió la primera consecuencia de encabezar el nuevo modelo de México: Moody’s cambió la calificación a México “de estable a negativa”, por “el debilitamiento institucional que amenaza con socavar los resultados económicos”.
El debilitamiento consiste en que ya México no es un país democrático, porque aunque mantiene elecciones de voto directo y secreto, el poder Ejecutivo controla al organismo electoral, así como a los poderes Legislativo y Judicial. Y de manera rígida.
Por ejemplo, la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, encabeza una de las familias privilegiadas que están en la cúspide de la burocracia dorada del régimen:
Jorge Luis Taddei coordina programas sociales del gobierno; Pablo Taddei dirige LitioMex; Ivana Taddei es diputada de Morena; Jorge Taddei dirigió la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, Isabel Taddei tiene un puesto de alto nivel en Conacyt.
En esto consiste “el nuevo modelo”, que es sólo un eufemismo para referir una autocracia legal y punitiva, con un puñado de familias políticas que controlan el país y el poder político concentrado en una sola persona.
Lo curioso es que, con el modelo anterior a 2018, México tenía una sólida posición en la calificación crediticia de las tres grandes calificadoras globales, Moody’s, S&P y Fitch: siete escalones arriba del grado de inversión, entre las tres.
Marco Rubio, Moody’s, S&P y Fitch entienden que es son un asunto soberano de México el “cambio de modelo” y “la economía moral” de las que se ufana su presidenta. Pero sin Estados Unidos y sin calificadoras, el dinero se ira.
Cuando los capitales vuelen, será impagable el costo del financiamiento del gobierno a los programas sociales, a los cuales Sheinbaum dedica 72.72% del dinero que recauda en ingresos tributarios. Además, se disparará el tipo de cambio. Y adiós paz social.
Aunque habrá un consuelo: Sí, pero al menos no gobierna la derecha.