A pesar de una clara desaceleración en la segunda mitad del año, el 2017 tuvo un desenlace mejor al esperado para la economía mexicana. La economía mexicana muy probablemente concluya el 2017 con un crecimiento cercano ligeramente superior a 2.0%, cifra considerablemente superior a 1.7% estimado por el consenso de analistas en la encuesta levantada … Continued
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A pesar de una clara desaceleración en la segunda mitad del año, el 2017 tuvo un desenlace mejor al esperado para la economía mexicana. La economía mexicana muy probablemente concluya el 2017 con un crecimiento cercano ligeramente superior a 2.0%, cifra considerablemente superior a 1.7% estimado por el consenso de analistas en la encuesta levantada en diciembre del 2016 –y muy por arriba de los estimados más bajos que rondaban 1.2%– pero muy similar al crecimiento observado en el 2016.
Aunque por primera vez en cinco años la economía mexicana creció por arriba de lo estimado, el año fue marcado por una primera mitad con un crecimiento cercano a 2.5% y una segunda mitad con una importante desaceleración.
En buena medida, la economía mexicana se vio beneficiada por la aceleración del crecimiento en la economía global y en particular la economía estadounidense, así como de la recuperación en los precios del petróleo y un buen comportamiento del consumo privado, contrarrestando la reducción en el gasto y la inversión pública.
Para el 2018, el consenso de expectativas arroja un crecimiento estimado de 2.2%, ligeramente superior al estimado de 2.1% del 2017. Sin embargo, el consenso de 2.2% incorpora un amplio rango ya que la expectativa más alta es de 2.7%, mientras que la más baja es de 1.5 por ciento.
Este amplio rango refleja las diferentes percepciones que hay sobre los principales riesgos que podrían impactar al crecimiento de manera negativa. Aunque algunos de los riesgos más importantes para el crecimiento identificados a principios del 2017 se han ido moderando, han surgido algunos nuevos y otros que se mantienen.
En el plano de factores externos, la retórica proteccionista y antiinmigrante del nuevo gobierno en Estados Unidos no ha generado aún cambios sustanciales en la política comercial y en el flujo de inversiones hacia nuestro país. Sin embargo, estos riesgos no han desaparecido y el 2018 será un año definitorio para la relación comercial entre México y su principal socio.
Ante un escenario positivo para la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aunado al mayor dinamismo de la economía global y de Estados Unidos, es posible que la economía mexicana crezca cerca del rango alto de las expectativas. Sin embargo, un desenlace negativo de la renegociación del TLCAN tendrá un impacto negativo que podría generar un crecimiento más cercano a la cifra de 1.5 por ciento.
Adicional al riesgo de la relación comercial con Estados Unidos, está el potencial impacto de la reforma tributaria en ese país, ya que la estructura tributaria de nuestro principal socio comercial se ha vuelto más competitiva y atractiva para la inversión, lo cual, independientemente del resultado de la renegociación del TLCAN, muy probablemente impacte los flujos de inversión extranjera directa hacia nuestro país.
Un tercer riesgo externo es el de una reducción en los niveles de liquidez global como consecuencia de la normalización de la política monetaria de la Reserva Federal y otros bancos centrales, así como un incremento en las tasas libres de riesgo de largo plazo en los mercados desarrollados.
Esta combinación de factores externos, aunada a una política monetaria doméstica cada vez más restrictiva —ante el repunte en la inflación y las expectativas de inflación— y la incertidumbre que genera el proceso electoral en México, donde no se puede descartar el triunfo de un candidato que es percibido por los mercados como menos predecible en cuanto a sus políticas económicas, introduce un grado importante de incertidumbre a los pronósticos de los especialistas.