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A pesar de la gradual aceleración de la actividad económica en el segundo y tercer trimestre del año pasado, la economía mexicana enfrenta un entorno internacional adverso que hace difícil pensar que el 2016 será mejor que el 2015.

La economía mexicana muy probablemente concluya el 2015 con un crecimiento inferior a 2.5%, cifra por debajo del rango de 3.2 y 3.9% establecido en el Paquete Económico del 2015 y del consenso original de expectativas del sector privado que se ubicaba en 3.5 por ciento.

Por tercer año consecutivo, el gobierno y los observadores de mercado se vieron en la necesidad de ajustar sus estimados a la baja de manera considerable durante el transcurso del año.

Aunque en el 2015 se vivió un importante repunte en la demanda interna y principalmente en el consumo, el crecimiento de la economía mexicana por debajo de lo estimado se debió principalmente a dos factores: i) el impacto negativo de la disminución en el valor de la producción de petróleo en la actividad industrial y ii) el importante recorte en el gasto de gobierno llevado a cabo durante el año. Ambos factores son consecuencia de la dramática caída en el precio del petróleo y de la continua disminución en la plataforma de producción de crudo.

De acuerdo con algunos especialistas, la contribución negativa directa de la industria petrolera a la economía mexicana, es decir, sin contar el impacto negativo a través de las finanzas públicas, fue de casi 1 punto porcentual. Aunque el 2015 fue un año con un crecimiento menor al esperado, la economía registró una ligera aceleración como resultado de una importante recuperación en el consumo.

Aunque el entorno internacional es complicado, el 2016 debería traer consigo una gradual pero continua aceleración de la economía mexicana. El estimado oficial del gobierno ubica el crecimiento en un intervalo de 2.6 a 3.6%; sin embargo, este estimado fue realizado en septiembre del 2015, antes de que el precio del petróleo registrara su nivel mínimo en más de una década y de que el dólar alcanzara los 18 pesos.

En concreto, el Paquete Económico consideraba un precio promedio del barril de petróleo de 50 dólares y un tipo de cambio promedio de 15.90 pesos por dólar. Aunque el gobierno tiene una cobertura de precio sobre los ingresos petroleros, para propósitos de proteger las finanzas públicas, la cobertura de precio no beneficia a la medición de la producción de petróleo para la actividad industrial.

Tomando en cuenta este contexto y el deterioro del panorama internacional de septiembre a la fecha, lo más probable es que el PIB crezca entre 2.5 y 2.8%, si todo sale bien. Aunque la depreciación del peso frente al dólar tiene un efecto neto positivo sobre las finanzas públicas y existe la cobertura, no debemos descartar un nuevo recorte preventivo en el gasto para enfrentar un 2017 mucho más complicado en términos de finanzas públicas donde seguramente no habrá coberturas petroleras disponibles con precios de 50 dólares por barril.

Asimismo, la producción de manufacturas en México se ha desacelerado como consecuencia de una menor actividad manufacturera en Estados Unidos, donde la apreciación del dólar está restando competitividad a las exportaciones estadounidenses al resto del mundo.

Aunque el consumo debería seguir su tendencia al alza anclado en una favorable tendencia de creación de empleo, inflación en mínimos históricos y un importante aumento en las remesas del exterior, la depreciación del peso podría eventualmente traducirse en un incremento en la inflación y un golpe en la confianza del consumidor. México se encuentra bien preparado para enfrentar choques externos, pero esto no lo hace inmune a la volatilidad.