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LIC. OMAR GARCÍA HARFUCH,

SECRETARIO DE SEGURIDAD Y

PROTECCIÓN CIUDADANA:

Hace un par de días y en este mismo espacio presenté un ejercicio de imaginación de lo que pasaría si por alguna extraña y muy improbable razón el actual gobierno de la doctora Sheinbaum aceptara el ofrecimiento de Donald Trump de enviar tropas a México para combatir el narco. No encontré ninguna ventaja y que conste que soy consciente del mucho daño que los cárteles hacen al país en lo económico, lo social y lo político.

Pero el tema sigue formando parte de la agenda mediática de EUA. Concretamente ayer circuló en redes el comentario político que Bill O’Reilly difunde en la cadena Fox. Se trata de un periodista conservador muy conocido e influyente, quien nos da una idea del pensamiento de una buena parte de la sociedad que conforma su audiencia, así como de las ides fijas en la administración Trump.

“La presidenta Sheinbaum,” dijo O’Reilly, “no tiene ninguna razón convincente para no cooperar con EUA a fin de eliminar esta enfermedad (que son los cárteles)”. Y luego procedió a referirse a la soberanía mexicana en un tono burlón, para rematar: “No señora, lo que queremos su cooperación”. Como se ve, licenciado Harfuch, los seguidores de Trump tampoco han oído hablar del trato diplomático y respetuoso que cualquier mandatario debe recibir por el simple hecho de representar a una nación.

La soberbia de este periodista estadounidenses no tiene límites; mire don Omar lo que el señor O’Reilly dijo a continuación: “Ya podemos hacerlo (enviar tropas a México), pues según la ley estadounidense tras los atentados de S-11, podemos eliminar terroristas en cualquier parte del mundo”. O sea que, en la mente de este comentarista, la ley estadounidense tiene aplicación extraterritorial y háganle como quieran en el resto del mundo. Hasta donde yo sé, el combate a las amenazas terroristas en cualquier lugar del planeta supone un acuerdo legal y legítimo entre los países afectados.

Expuesto lo anterior vale la pena recordar el acuerdo signado por Colombia y EUA, mejor conocido como Plan Colombia (PC), con el propósito de acabar con los poderosísimos cárteles del primer país, además de la narcoguerrilla. Permítame, licenciado Harfuch, en atención a los lectores que nos acompañan, exponer algunos datos sobre la situación que dio origen a dicho plan:

Eran los tiempos en que Pablo Escobar, principal productor y exportador mundial de cocaína y líder del Cártel de Medellín, dominaba Colombia por la buena o por la mala. Para fines de los 80s ya era un famoso empresario y benefactor social; también había sido diputado federal, lo cual no lo limitó para ordenar el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, lo mismo que la ejecución de jueces y otros políticos que le resultaban inconvenientes. Cuando el gobierno le quiso poner un alto, Escobar le declaró la guerra; aun cuando el jefe de jefes murió en 1993, los cárteles y la narcoguerrilla no pararon.

El Plan Colombia estuvo vigente durante 15 años, empezando en el 2000, con un costo para EUA de nueve mil 600 millones de dólares y de 131 mil millones de dólares para Colombia, según datos del Departamento Nacional de Planeación de este último país. Una buena parte de los recursos se destinaron a incrementar el número de efectivos militares, profesionalizarlos y darles mejores armas. Por supuesto, también hubo programas sociales y económicos para la población.

Pero como bien externó el Estado colombiano en su balance del Plan Colombia, uno de sus principales logros fue “un cambio en la correlación de fuerzas” entre la autoridad y los cárteles. Tal aseveración lleva implícito el reconocimiento de que Colombia era un Estado fallido durante el dominio de Escobar y sus suceres. No es el caso de México… No todavía.

Sin duda hay entidades de nuestro país cuyos gobiernos locales y la intervención de la Federación se pueden considerar un fracaso, como Sinaloa, Guerrero, Tamaulipas y otros 10 más. Pero el país en su conjunto no es un Estado fallido; repito, no todavía. Asimismo, la 4T se ve como un proyecto político de largo aliento y no va a reconocerse como fallido cuando apenas va empezando, porque eso significaría la pérdida del poder por décadas.

Y es en ese terreno donde el segundo piso de la 4T está trabajando y se debe apurar todavía más porque mire, don Omar, como remató O’Reilly su comentario: “Y usted (señora Sheinbaum) no puede detenernos (a EUA), de la misma manera que no puede detener a los carteles. Somos su socio comercial más grande. Así que, si se lía con nosotros, su país va a colapsar”.

Tras advertencia no hay engaño.

Con la colaboración de Upa Ruiz

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