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Podría pensarse no tanto en un gran comité fiscal, 
sino en consejos temáticos que podrían ser muy útiles para resolver acertijos puntuales.

¿México necesita un consejo fiscal? El FMI lo propuso a México el año pasado y volvió a hablar del tema la semana pasada. La Secretaría de Hacienda piensa que no, y se lo ha hecho saber al organismo multilateral. Lo ha rechazado tres veces. El asunto no debería terminar así, entre otras cosas porque Hacienda no es la única instancia que debería opinar. Es normal que la SHCP rechace la creación de algo que a) le pueda quitar control de un asunto tan delicado como la cuestión fiscal o b) podría convertirse en un ejercicio inútil que implique pérdida de tiempo.

En otros países ha funcionado, en buena medida porque se ha cuidado la selección de los miembros del comité. No se trata de abrir espacios a grupos de presión, sino de generar un canal de comunicación con expertos y gente de calidad moral que por su experiencia puede complementar la visión de los funcionarios de Hacienda. La experiencia en otros países no necesariamente aplica para México, pero una cosa parece clara: el desarrollo de una hacienda pública fuerte y justa es una tarea que trasciende al Gobierno. Podría pensarse no tanto en un gran comité fiscal, sino en consejos temáticos que podrían ser muy útiles para resolver acertijos puntuales .

¿Qué dicen de convocar a un grupo especializado para resolver el trato fiscal para las empresas de la economía de plataformas, como Airbnb o Uber? Son corporaciones que están abriendo brecha; cambiando hábitos y poniendo a prueba un marco institucional que no las entiende… para bien y para mal. La Secretaría de Hacienda, los legisladores y las autoridades de las poblaciones más importantes han estado en contacto con los representantes de estas empresas, con los usuarios y con los terceros afectados, pero no han hecho sino construir puentes hacia la nada para ganar tiempo. Del diálogo entre protagonistas y afectados no saldrán sino parches. Pensar en una solución más profunda requiere, quizá, un espacio “paralelo” donde no estén los afectados directamente. Se trata de valorar las mejores prácticas internacionales y hacer recomendaciones sobre la manera óptima de implementarlas en México.

Un comité fiscal no sólo tiene sentido para “enriquecer” las respuestas frente a temas del futuro. La informalidad pide a gritos un enfoque distinto. Hay un claro estancamiento y una peligrosa autocomplacencia. Se habla de avances en la formalización, pero no se han hecho las cuentas del precio de incorporar a unos cuantos. Lo cierto es que más de la mitad de la población ocupada está en el mundo informal. No son nuestros enemigos, pero podrían contribuir al esfuerzo fiscal y no lo hacen.

La subsecretaria de Hacienda, Vanessa Rubio, asegura que no es necesario un consejo fiscal porque “el mercado sigue avalando las buenas políticas fiscales y macroeconómicas”. Pone de ejemplo la inversión de Citibank y la colocación del primer Cerpi. Esas inversiones representan una magnífica noticia, una señal de confianza en México, pero no son evidencia de que la política fiscal funcione de manera óptima. No se trata de descubrir el agua tibia, sino de incorporar las mejores mentes a la resolución de los grandes problemas. El problema no está en la macroeconomía, sino en los detalles de lo micro: ahí viven y mueren las empresas y las personas.