Que México esté fuera de la agenda estadounidense es un fracaso del pensamiento político del actual presidente, quien creyó posible contentar a Dios y al diablo
México no figuró en las preguntas ni en las respuestas, durante el debate entre Kamala Harris y Donald Trump. La autocracia legal y punitiva aprobada aquí en el Senado, expulsó a México de la agenda de los candidatos presidenciales en Estados Unidos.
No interesa ya a la potencia hegemónica, el México que es, desde el martes (junto con Bolivia) el único país del mundo donde el gobierno hace una lista de jueces y ministros afines, y los presenta a los ciudadanos para que voten por el que gusten: total, todos son del gobierno.
Este México subordinado, por interpósita Cuba, al bloque ruso-chino-iraní, sólo importa a Estados Unidos en temas laterales: la introducción de fentanilo a su territorio, y que detenga migrantes en la frontera común. Además, nunca se detuvo la construcción del muro fronterizo de Trump.
De hecho, América Latina no apareció en el debate del martes: lo que sucede del río Bravo para abajo no está en la agenda de Estados Unidos en su lucha por seguir encabezando el orden mundial. Dejará a México y sus afines cocerse en su propio jugo nacionalpopulista.
Mientras, Estados Unidos endurece sus leyes con trabas migratorias para alejar a los latinoamericanos que por estos tiempos votan por autocracias legales y punitivas. El mensaje es: no vas a venir a salvarte a mi país, después de que colaboraste a hundir el tuyo.
El Segundo Piso de la Cuarta Transformación Mexicana no entra en la idea estadounidense de la integración de la ciencia, la tecnología, las bases industriales y las cadenas de suministro relacionadas con la seguridad y la defensa de la democracia.
Incluso, el Subcomité de Asignaciones de Defensa de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para que México deje de ser el único país del continente, junto con Canadá, que forma parte del Comando Norte y, con ello, del paraguas de defensa aeroespacial.
Así que México está fuera del orden mundial que delinea Estados Unidos para los próximos 50 años, en el cual prioriza a Australia, en el Pacífico; y Reino Unido, en Europa, países con los que comparte idioma, historia, valores e intereses estratégicos, geopolíticos.
Es un aviso notorio del enfriamiento de la cooperación bilateral: ya la superpotencia no valora a México como un aliado y socio estratégico, sino como un vecino más, y lo manda al Comando Sur, con vecinos distantes, como Brasil, Guatemala, Chile y Colombia.
Pero, que México esté fuera de la agenda estadounidense es un fracaso del pensamiento político del actual presidente, quien creyó posible contentar a Dios y al diablo: mantenerse enchufado a la economía de Estados Unidos y, a la vez, enchufarse ideológicamente al bloque político ruso.
¿Resultado? Vamos a cocernos en nuestro propio jugo.