Elecciones 2024
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Tal vez usted, al igual que el que escribe, haya escuchado en la radio o visto en la televisión un anuncio del Senado de la República del cual haré un desglose para, entre paréntesis, manifestar un comentario o poner un ejemplo que contradiga lo que la artificiosa voz de un locutor. Éste es el anuncio: “El Senado de la República es la casa de los mexicanos…” (Aquí el redactor recuerda el 25 de abril del 2013, cuando la Honorable LXII Legislatura ya estaba en funciones. Ese día el pleno fue interrumpido por dos mujeres activistas de Greenpeace que protestaban por la siembra y consumo del maíz transgénico. Una de ellas entró al recinto caminando hasta colocarse frente al presídium, la otra descendió de la galería haciendo rappel. Los senadores no pudieron contener su enojo ante la visita inesperada de dos mexicanas a lo que según los actuales anuncios es su casa de la que fueron expulsadas inmediatamente. Una indignada senadora, Mariana Gómez del Campo, expresó su inconformidad: “Me parece una falta de respeto, habríamos de cuidar los accesos”. ¿Los accesos a la casa de los mexicanos? Por cierto, meses antes, doña Mariana había visitado el lugar acompañada de su novio con el que se fotografió besándose en varios lugares —varios lugares del Senado, no sean malpensados—. También protestaron los priistas Enrique Burgos y Patricio Martínez por la “visita insultante para la democracia”).

Seguimos con el anuncio: “El Senado de la República es la casa de los mexicanos; donde todos tenemos voz; donde todos contamos…” (Sirva el ejemplo de las señoras de Greenpeace para ilustrar este par de frases, auténticas joyas de la demagogia). Continúa: “…donde 128 senadores trabajan para aprobar las leyes que ayudan a construir la democracia”. (El día del evento referido la sesión comenzó 42 minutos después de la hora anunciada debido a la falta de quórum. La asamblea comenzó con 65 senadores. Conforme transcurrió llegaron algunos más hasta completar 94. Cuando el suceso, aquí narrado, concluyó, sólo ocupaban sus curules 62 senadores, lo que motivó dar por terminada la reunión).

Retomo la pieza publicitaria: “…donde 128 senadores trabajan para aprobar las leyes que ayudan a construir la democracia, que hacen de México un mejor país”. (“La situación de pobreza aumentó en 2 millones de personas durante los primeros años de la administración del presidente Peña Nieto. Pasó de 53.3 millones en el 2012 a 55.3 millones en el 2014”, publicó El Economista el 23 de julio del presente año).

El cierre del spot es grandilocuente: “En la casa de todos los mexicanos la democracia se construye con eficiencia, austeridad y transparencia. LXII Legislatura. Senado de la República”. (Sobre la eficiencia en el trabajo, apenas van a la mitad de su periodo de gestión, tendremos que esperar para otorgarle la calificación de eficiente. Sobre la transparencia, existe el Comité de Garantía de Acceso y Transparencia de la información que pronto voy a probar y comentaré con los lectores si funciona o sólo es pura faramalla. He dejado para el final el segundo punto, el concepto de austeridad.

¿Cómo es posible hacer alarde de austeridad cuando se goza de los sueldos y las prestaciones que tienen los legisladores en general y los senadores en particular?).

No hay austeridad en el Senado que recientemente, en el mes de septiembre, recibió 32 millones de pesos para la compra de autos y 3.2 millones para la adquisición de computadoras.

Según un reportaje de Horacio Jiménez y Alberto Morales, publicado en el periódico El Universal, en este diciembre los 500 diputados federales y los 128 senadores nos costarán a los mexicanos 132 millones 515,920 pesos, por concepto de aguinaldo, dieta y vales de despensa.

A esta cantidad habrá que agregarle lo que recibirán por los mismos rubros los miembros de la Cámara de representantes de la ciudad de México y los de los congresos locales que se sirven con la cuchara grande como los 33 congresistas de Chihuahua que recibirán 154,000 pesos cada uno o los 25 legisladores del Congreso de Querétaro que recibirán 240,000 pesos por cabeza —aunque no hagan uso de ella—.

Se entera uno de esas cantidades y las contrasta con las fotografías que un grupo de maestros subió a la red para denunciar las pésimas condiciones en que se encuentran las escuelas donde trabajan. En las fotografías pueden verse bancas rotas y desvencijadas, pisos de lodo, baños inservibles, o carencia de éstos, paredes carcomidas, pizarrones viejos, salones que se inundan, que no tienen ventanas. En la página de Facebook “Las escuelas jodidas de México”, usted puede apreciar que no exagero.

Un dato kafkiano: la escuela Josefina Rivera Calvo de Balancán, Tabasco, fue beneficiada con el programa México Conectado. Les van a instalar Internet. Sólo hay un problemilla: en la escuela no hay energía eléctrica.

Fue mi amigo Andrés quien me sugirió el presente artículo que, cumpliendo su deseo, lo terminaré con un llamado a todos los legisladores que recibirán jugosos aguinaldos a ceder la mitad o una parte del dinero que reciban para componer las escuelas jodidas de su localidad.

Mi amigo Andrés es un iluso, es de los que piensa que con tocar el claxon de su coche se va a despejar el tránsito.