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Decepcionada porque el Huracán Patricia no causó daños en Puerto Vallarta, una tuitera de esa localidad de Jalisco empezó a decir que eran falsas las noticias sobre la potencialidad del fenómeno natural y que se había alertado de más a la población; por tanto que eran puras mentiras lo que se había dicho a través de los medios periodísticos.

“Que bueno estés bien y no nadando en el dolor”, me atreví a responderle también a través de Twitter luego de que le sostuve que los huracanes no tienen palabra de honor y que ella sólo podría entender la dimensión de la alerta si fuera damnificada.

Esa tuitera no fue la única que espero ver un desastre, cual película hollywoodense. También hubo quienes aseguraron que detrás de todo esto había un aprovechamiento político-electoral de parte del Gobierno Federal, el estatal y algunos municipales.

Hay una vieja conseja que viene de la sabiduría popular: “más vale prevenir que lamentar”.

La atención sobre el Huracán Patricia no fue puesta sólo por diversas instancias del gobierno mexicano; Naciones Unidas mismo, la Organización Panamericana de la Salud, el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, la FEMA de Estados Unidos y el propio Barack Obama advirtieron del potencial destructivo del fenómeno.

Patricia -cuya característica devastadora fue documentada por The New York Times en una magnífica recopilación gráfica https://t.co/99qCXrnw3G  por fortuna no impactó en Puerto Vallarta donde sólo hubo lluvias y aire intensos. Pero no fue lo mismo al Sur de Jalisco y en el estado de Colima. La fuerza del Huracán radicó que en menos de 24 horas fue acumulando una masa que lo transformó de tormenta tropical en Huracán categoría +5 en alrededor de 24 horas.

La cultura de la prevención ha funcionado por segunda ocasión en dos años continuos aunque ya una situación similar de alerta en Cancún hace varios años dio como fruto que no hubiera daños personales y sólo materiales.

En el 2014, otro huracán en el Pacífico llevaba una trayectoria errónea que no permitía determinar en lo inmediato el sitio del impacto, pero con alta probabilidad de que fuera en la zona de Los Cabos, con alcance hacia La Paz, en el estado de Baja California Sur.

La incredulidad también campeo. El día en que golpeó Odile en Los Cabos amaneció algo soleado. Era un huracán cargado de fuertes vientos, no tanto de agua. Por ello la gente de la comunidad no creía que fuera a pasar nada. La alerta enviada por Conagua y otras dependencias gubernamentales se elevó y fue considerada como exagerada, incluso al interior de ciertas instancias de gobierno.

Los destrozos en Los Cabos fueron enormes. Los vientos golpearon virulentamente instalaciones y provocó grandes daños a la comunidad y su dinámica económica por varias semanas.

Murieron no más de 5 personas, lo cual es desafortunado pero menor a lo que pudo haber sucedido si la gente no hubiera hecho caso a las recomendaciones de resguardarse.

Odile fue calificado como uno de los huracanes más agresivos en el Pacífico; Patricia peor por su dimensión, componente de fuertes vientos cercanos a los 400 kilómetros por hora y carga de agua.

Cuando un huracán sólo ataca con vientos, las consecuencias son inmediatas; no así cuando también llevan agua porque las lluvias tarde que temprano empezarán a expresarse no sólo con inundaciones o anegamientos inmediatos, sino con los escurrimientos en días posteriores en ríos, lagos y comunidades.

La alerta, la prevención siempre será mejor que lamentarse.

Se ha dicho hasta la saciedad que lo mejor siempre es impulsar una cultura de prevención y alerta. El sofisticado sistema de Protección Civil que tiene México es de los mejores a nivel internacional, a pesar de quienes dudan y quisieran ver que sólo es cierto si hay dolor alrededor de los desastres naturales.

PostScriptum.- No faltará quien fustigue que Patricia fue un montaje, un distractor para desviar la atención de la población y más aún que es la estrategia de la caja china. Que bien que esos detractores estén resguardados en la virtualidad que ofrece una computadora.