Elecciones 2024
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Cuando uno va por la vida escuchando frases repetitivas sobre la importancia de dejar un rastro de tu paso por esta vida. De hacer un cúmulo de acciones positivas bajo un perfil honrado, discreto que te haga brillar más que el resto, pero sobre todo para que cuando llegue el momento de dejar este mundo, la gente pueda ver todo eso.

¿A cuántos no nos han dicho algo así? Te recordarán por lo que dejes en la Tierra, lo palpable, lo visible y lo tangible. Trabaja, forma una familia, ten buenos amigos, ayuda a personas que lo necesiten, sé honesto, da tu vida por cualquiera que sean tus causas.

Entonces uno va haciendo una pequeña lista de cosas por hacer en la mente, e incluso hay quienes sí la formulan de manera escrita con fecha de cumplimiento e incluso de caducidad, no sea que con el tiempo ya no quieras eso y lo cambies por otra cosa.

Porque así somos los seres humanos, no pensamos en la muerte, ni mucho menos en cómo ni cuándo podemos morir.

Ramón Muñiz Noriega de 50 años, el actual coordinador general de la Unidad Especializada en Aprehensiones de la Fiscalía General de Sinaloa en Culiacán trabajó más de 24 años en la corporación de policía, quizá desde uno de los puestos más bajos hasta encabezar esa unidad que se encargaba principalmente de buscar y detener a presuntos criminales con asuntos pendientes.

Imagine usted llegar hasta una de las tantas puntas de las pirámides del poder local, en donde la tarea más ardua de ir por aquellos que cuentan con órdenes de aprehensión para ponerlos frente a un juez y recibir los castigos merecidos.

Ha de ser una emoción llena de adrenalina, poder, control y seguramente de una satisfacción personal y profesional. Sepa usted, qué tantas cosas vivió, vio, escuchó y atestiguó en 24 años en el tema policiaco en una ciudad donde ‘El Chapo‘ Guzmán ha sido el manda más.

Culiacán es una ciudad que ha obligado a su gente a vivir entre balazos, a comer el mismo lugar donde comen los sicarios, a divertirse en el mismo lugar en donde los carteles hacen de las suyas.

Hoy vivieron un día como pocos, apenas pasaban las siete de la mañana cuando se escucharon disparos, muchos, ensordecedores para los residentes de la colonia Barrancos al sur de Culiacán.

Una llantera con su pared de color rojo, como si fuera una advertencia de la sangre que atestiguaría hoy miércoles dos de diciembre. Una casa blanca con rosa, un árbol grande que al vivir en un estado tan caluroso, ha olvidado el otoño y aún sujeta un montón de hojas de color verde limón. Un camellón lleno de tierra con restos de pasto seco y basura tirada por quien no entiende de orden, ni limpieza.

Allí en esa calle, pegado a la banqueta derecha, el auto Sentra de color plata se quedó estático, tiroteado, con el cofre abierto y 65 orificios en las puertas del piloto y trasera y aún más con 14 orificios en las dos ventanas.

Solo del lado en donde se encontraba Ramón, quien seguramente había salido de su casa para ir a trabajar a las oficinas de la Policía de Investigación como todos los días.

Desconozco más. La información es cruda, tosca y lacerante para quienes viven cercanos a estas realidades en donde los sicarios andan libres por las calles y donde existen los cargos nombrados “pistoleros” para quienes van y rematan “por si acaso” después de que los primeros hicieron lo suyo.

El video que circuló en redes sociales nos acerca a la escena, en donde después de recibir más de cien balazos todavía hay quienes tienen una sangre fría para disparar unos cuantos más y subirse a su auto e irse.

Los Peritos del Servicio Médico Forense arribaron a hacer su trabajo y contar los rastros dejados por los fusiles de asalto AK-47 y pistolas que utilizaron para acribillar a Muñiz Noriega.

Mis respetos para los fotoperiodistas que todos los días andan trabajando y jugándosela para obtener las mejores imágenes y ofrecer las mejores coberturas a su gente y al país. Hace un año pude estar con ellos, recorrer los rastros de aquellos bloqueos, quemas y balaceras que provocaron la detención del hijo del Chapo.

Ellos saben moverse, y mientras uno busca contactar a más colegas del medio, otro está escuchando la radio, uno más va con la cámara lista y otro maneja a toda velocidad como si fuera un chofer de ambulancia, concentrado y con la adrenalina por las venas.

Se mueven rápido y saben cómo.

La foto de hoy la captó Juan Carlos Cruz, un fotoperiodista con mucha experiencia, ha trabajado para Proceso Foto, Cuartoscuro, El Debate de Culiacán, Contralínea en Sinaloa, ha sido editor de La Razón Sinaloa y la cadena editorial Noroeste, en fin su experiencia en temas de seguridad y violencia lo colocan en este lugar incómodo pero real.

La foto que hoy le presento no es la del carro lleno de orificios, no es donde el morbo nos obliga a buscar a ver cómo quedó el cuerpo o en dónde quedó la propia dignidad humana de quien es matado a tiros hasta casi hacerlo desaparecer.

Son los triángulos amarillos que enumeran la cantidad de casquillos, en primer plano vemos del 13 al 15, mientras que al fondo llegamos hasta el 82.

Más de 100 casquillos marcados con su nombre - sinaloa-disparos-balacera-seguridad
Peritos forenses recaban información en la zona donde fue ejecutado un alto mando policíaco hoy, en la ciudad de Culicán, en el estado de Sinaloa (México). Foto de EFE/Juan Carlos Cruz

Según los propios medios locales, fueron más de cien balas las que fueron disparadas para una sola persona.

Entonces pienso en que hay vidas que terminan como no deberían hacerlo, que no importó el camino de 24 años de trabajo arduo y riesgoso, o su propia vida personal, porque todo terminó con un acto salvaje y lleno de bestialidad con casquillos en el piso marcados con su nombre.

Quizá hasta hoy supimos de Ramón Muñíz Noriega, y lamentablemente solo le conocimos así, entre números y orificios llenos de saña.