Elecciones 2024
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Lo afirma un subsecretario de Estado: todavía no llega al nivel del canciller o del presidente, pero ya hay atisbos para pensar que México entendió que está a tiempo de demostrar que puede intentar una salida negociada del poder, de los dictadores Nicolás Maduro y Daniel Ortega.

El subsecretario para América Latina en la SRE, Maximiliano Reyes Zúñiga, admitió ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado que México está dispuesto a mediar en las crisis políticas que afectan a Venezuela y Nicaragua.

La gran noticia que da Reyes Zúñiga es que “la diplomacia mexicana tendrá un papel decisivo en América Latina y el Caribe. México debe ser un líder en la región y estamos dispuestos a asumir esta responsabilidad. Es el momento en que México vuelva a mirar al Sur”

Maravilloso: nuestro país recuperaría la posición cimera que siempre ha tenido para ayudar a resolver conflictos en la región, desde el Grupo Contadora de 1983 para pacificar Centroamérica, la firma de paz en El Salvador (1993), la crisis de los balseros en Cuba (1994)…

Y, en el momento actual, México tiene una posición privilegiada porque muchas figuras importantes del gobierno son cercanas, públicamente, a los dos dictadores condenados por la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos; en especial la presidenta del partido en el poder.

En el caso de Venezuela, el gobierno mexicano puede ser crítico con Maduro aun sin hacerlo en la OEA o el Grupo de Lima, éste último creado ex profeso para tratar el asunto de la usurpación de la presidencia por parte de Maduro, tras unas elecciones sin participación de la oposición.

Aunque hay que ver a qué se refiere el subsecretario Reyes Zúñiga con “es el momento en que México vuelva a mirar al Sur”, porque, sobre Nicarbagua dice que “no acompañará acciones que puedan afectar negativamente al pueblo nicaragüense”.

Porque Ortega se dice representante único del “pueblo” porque el “pueblo” lo apoya. ¿Tiene Reyes Zúñiga similar creencia que Ortega? Si es así, la “mirada” mexicana iría en sentido contrario a la de, por ejemplo, la OEA, que considera que Ortega comete “crímenes de lesa humanidad”.

En lo que debe ayudar México es a que, tanto en Venezuela como en Nicaragua, se realicen nuevas elecciones, con supervisión internacional y sin la participación de Maduro y Ortega, ya que ambos son la causa del problema.

¿Cómo logrará el gobierno de México el respeto a los derechos humanos y al orden constitucional en Venezuela y Nicaragua, sin tocar la figura de dos dictadores que tienen muchísimos amigos en Morena, pero que provocan derramamiento de sangre, penuria y migración forzada entre su gente?

Pues… será como Guillermo Tell tratando de atinarle a la manzana en la cabeza del chico.